El VI Congreso Internacional de la Lengua Española delibera en Panamá, con más de 200 académicos, escritores, directores de bibliotecas nacionales, editores y otros profesionales vinculados al estudio y enriquecimiento de una de las lenguas más dinámicas, más extendidas y modernas del mundo, según el laureado Mario Vargas Llosa.

La nueva convocatoria de la Real Academia Española (RAE) tiene ahora al libro como tema central de este encuentro que se realiza cada tres años en el ámbito iberoamericano, con temáticas que han generado amplios acuerdos y también fuertes polémicas, sin dejar de lado el contenido político e ideológico, incluso hasta en la denominación entre idioma "español” o "castellano”, de acuerdo a la óptica de los diferentes enfoques.

En estas fuertes disquisiciones vale recordar el III Congreso realizado en nuestro país, en la Ciudad de Rosario en 2004, destinado a "Identidad lingüística y globalización”, con una controversia planteada por el Premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, quien organizó un congreso paralelo y "de ideología opuesta”. En este otro espacio, de participación abierta, se reunieron representantes de instituciones académicas y culturales para discutir sobre el carácter pluricultural y multilingüe de América latina, a fin de recuperar la memoria de las lenguas aborígenes.

Más polémicas encendidas y encontronazos cosechó la propuesta de Gabriel García Márquez, en el primer Congreso en México, para eliminar las reglas ortográficas del idioma, una idea que escandalizó a eruditos y calificados participantes que escuchaban al Premio Nobel colombiano cuando dijo: "Enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la "ge" y la "jota", y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer "lagrima" donde diga "lágrima" ni confundirá revólver con revolver", palabras que quedaron para un rico anecdotario.

Los embates, las actualizaciones, como también los diferentes enfoques y puntos de vista que debe recodar la RAE para modelar una lengua tan rica y dinámica, implica un seguimiento constante con una apertura hacia otros idiomas, no sin intereses de por medio, como la propuesta del mercado informático de eliminar la letra "Ñ” y rechazada de plano.