No es sorprendente en que los adversarios republicanos de Barack Obama lo critiquen por su postura sobre la inmigración. Pero lo asombroso es que algunos de los más estrechos aliados demócratas del presidente están empezando a hacer lo mismo, afirmando que Obama les está tomando el pelo a los hispanos.
Me sorprendió Luis V. Gutiérrez, demócrata por Chicago, un aliado de vieja data de Obama. Gutiérrez visitó Miami como parte de una gira nacional para denunciar que Obama engaña a los hispanos cuando afirma que está luchando por lograr una amplia reforma inmigratoria, mientras no hace nada por detener la masiva deportación de inmigrantes.
Obama ha intensificado sus pedidos para que el Congreso apruebe una reforma inmigratoria que reforzaría los controles fronterizos, y al mismo tiempo ofrecería una vía a la legalización de millones de residentes indocumentados que están dispuestos a pagar multas y a aprender inglés. Pero los demócratas afirman que la campaña pro-reforma inmigratoria de Obama es puro teatro político, porque sabe que no conseguirá que el Congreso apruebe su propuesta de reforma inmigratoria. El discurso de Obama puede ayudarle a ganar votos hispanos en las elecciones de 2012, mostrando a los republicanos como los malos de la película, pero está creando falsas expectativas.
Sin embargo, Obama podría usar los poderes presidenciales para detener las deportaciones de alrededor de 65.000 estudiantes indocumentados que fueron traídos de niños a Estados Unidos, y que se gradúan en la escuela secundaria todos los años, y que quieren ingresar a la universidad o a las Fuerzas Armadas. Obama debería usar sus poderes ejecutivos para demorar la deportación de los padres de alrededor de 4 millones de niños nacidos en EEUU que tienen al menos un padre que carece de estatus legal. Asi como Obama usó sus poderes discrecionales para dar un estatus de residentes temporales a los inmigrantes haitianos para evitar que fueran deportados a una Haití devastada por el terremoto, debería detener las deportaciones de mexicanos a Ciudad Juárez, devastada por la violencia.
¿Y por qué Obama no hace nada de eso?, le pregunté a Gutiérrez. "El presidente no siente ninguna presión para hacerlo, porque siente que los latinos votarán por él de todas maneras”, respondió. "Pero es un asunto de vida o muerte, que debe tomarse muy en serio, y no debe usarse para engañar a la comunidad hispana ante las elecciones”. Respondiendo a esas críticas, Obama dijo en El Paso, Texas: "Me gustaría poder pasar por encima del Congreso y cambiar la ley unilateralmente, pero no es así como funciona una democracia”.
Mi opinión: Los discursos de Obama exigiendo la aprobación de una amplia reforma inmigratoria son una buena estrategia electoral para ganar votantes hispanos en 2012, pero suscitan falsas expectativas en la comunidad latina. Con el actual Congreso dominado por republicanos contrarios a la legalización de inmigrantes, no es una postura honesta.
Obama debería dejar de jugar con lo hispanos. Como él mismo dijo en su reciente discurso sobre el Estado de la Unión, "no tiene sentido” deportar a miles de estudiantes indocumentados que fueron criados como estadounidenses, o a otros -incluyendo a muchos provenientes de China, India y otras partes del mundo- que llegaron para estudiar en algunas de las mejores universidades estadounidenses y que, tras obtener títulos universitarios, "son enviados de regreso a su país para competir contra nosotros”. Obama puede detener esas deportaciones usando sus poderes, pero no lo hace.
"Ante las críticas de los legisladores hispanofóbicos que rechazan una "amnistía” de 11 millones de indocumentados, Obama debería otorgar un estatus temporal a los inmigrantes que lo merecen”.