Si se presentan más evidencias que lo declarado hasta ahora por uno de los agentes iraníes apresado gracias a informantes de la agencia antidrogas, que se hicieron pasar por narcotraficantes del cártel mexicano los Zetas, EEUU podrá recobrar algo de la credibilidad que perdió cuando invadió Irak en busca de armas de destrucción masiva que jamás encontró.
También para aumentar las presiones contra Irán que insiste que su futura planta nuclear solo tiene fines pacíficos y para recordar que los persas ya fueron acusados de patrocinar terrorismo, como los ataques a la embajada estadounidense en Beirut en 1983, y los atentados en Buenos Aires contra la embajada israelí en 1992 y contra la AMIA en 1994; mientras que su presidente, Mahmud Ahmadineyad, sigue negando el Holocausto e insiste que el 11 de septiembre fue una auto confabulación.
Si se comprueba el involucramiento en actividades terroristas de los Zetas, quienes recibieron 100.000 dólares de un total de 1,5 millones para cometer los atentados, se desmorona la teoría de quienes creen que el narcotráfico se debe combatir con la legalización de las drogas y que los narcos solo piden que se les blanquee su negocio para no entrar en actos delictivos. Los ex presidentes latinoamericanos César Gaviria, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Fernando Cardoso tuvieron esta iniciativa. Pura ingenuidad.
El complot también deja al descubierto las relaciones peligrosas que se vienen tejiendo entre regímenes despóticos y Latinoamérica, motivadas principalmente por Hugo Chávez, que, interesado en despechar a EEUU, le importa poco las relaciones con Argentina, que desde hace años busca aunque ahora con menor intensidad que se ejecuten las órdenes de arresto contra una decena de funcionarios iraníes acusados de los atentados en Buenos Aires. Desenmascara a Chávez, quien ha patrocinado el viaje a Siria de cancilleres del ALBA, como los de Venezuela, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Bolivia, para apoyar al presidente Bashar Assad, responsable de la represión que dejó más de 3000 víctimas en las movilizaciones por la democracia.
El complot recuerda que el terrorismo también es promovido en nuestra región. El ex presidente colombiano Alvaro Uribe poco antes de dejar la presidencia, denunció a Chávez en foros internacionales por dar protección, entrenamiento y armas a narcoterroristas de las FARC. Así como también delató las conexiones políticas de las FARC no solo con sus aliados históricos de Cuba, sino con dineros y conexiones a las arcas de la campaña electoral del presidente ecuatoriano Rafael Correa. Implicaciones todas, que emergieron de las computadoras rescatadas durante el bombardeo contra las guerrillas colombianas en suelo ecuatoriano.
Tanto estos gobiernos, como el iraní, acusan a EEUU de diseminar propaganda y rechazan toda injerencia. Se trata de la misma excusa que usa Chávez para rechazar 38 recomendaciones del Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, para que permita la independencia del Poder Judicial y no castigue a ciudadanos, opositores y periodistas por ejercer la libertad de expresión.
Pero EEUU debe presentar mejores pruebas. Sería la única forma de que los organismos multilaterales, bajo amenaza de sanciones y expulsiones, obliguen a estos países a investigar los hechos, en lugar de sólo rechazarlos. Si no, todo quedará en anécdotas.
