Pero hubo noticias buenas a granel. Desapareció Kadafi y colmó los titulares. Sin embargo, la más importante para EEUU fue que el presidente Barack Obama, siguiendo las promesas de su campaña y el cronograma que había establecido la administración de George Bush, anunció el retiro definitivo de las tropas de Irak, que se concretó el martes pasado.
Casi cinco mil muertos, decenas de miles de heridos e inválidos y miles de iraquíes muertos dejó esta sangrienta lucha que comenzó un mes después de setiembre 11, cuando el objetivo era derrotar a Sadam Hussein, sus armas de destrucción masiva que nunca se encontraron, liberar a un pueblo oprimido y encontrar a Bin Laden. Con muchos objetivos de esos alcanzados, en menor o mayor medida, era necesario que los 40.000 soldados regresen a sus casas y que EEUU se enfoque más en cuestiones de reorganización interna, donde la crisis, la recesión y el desempleo son prioridades, que en tratar de hacer su voluntad en otras partes del mundo.
Lo de ETA, la organización terrorista del País Vasco de que dejó definitiva las armas, es algo que no muchos creen. Anuncios de esa naturaleza los hizo la organización tiempo atrás y no los cumplió. ¿Por qué sería diferente ahora? Es la pregunta que muchos se hacen. De todas maneras, el anuncio hecho por los encapuchados despierta la esperanza de que sea verdad. Ojalá sirva para que otros grupos terroristas en el mundo den la misma tregua a sus poblaciones. Pero será difícil, otros grupos como las colombianas FARC ya no tienen ese impulso interior por los cambios de ideologías y por tener un mundo mejor, sólo ahora los mueve la codicia de los narcodólares.
Kadafi era déspota, despiadado y sanguinario. Sus crímenes por más de 40 años se cuentan a montones, tanto en su país como en el extranjero. Patrocinó el terrorismo, musulmán o irlandés le daba lo mismo, e hizo poner bombas en dos vuelos comerciales (el 103 de Pan Am en 1988 y en un avión francés) y desafió al mundo.
Su revolución no era ciudadana ni del pueblo, era propia. Dilapidó fortunas y administró pobreza, en un país singularmente rico y petrolero que tenía el potencial de ser el Abu Dhabi de Africa. Fue amigo oportunista de muchos. Desde los de la CIA para cazar terroristas asesinos hasta de aquellos que patrocinan o protegen al terrorismo desde las Américas, como Hugo Chávez y Fidel Castro. Como Chávez, era producto de las regalías del subsuelo. Cambió favores y beneficios por barriles de petróleo. Antes era militar y como líder de oficiales derrocó a un gobierno. Echó a los americanos y europeos y nacionalizó empresas y negocios. Cambió leyes y reglas y dijo que la democracia representativa era una farsa; prefería el gobierno de las masas, creó comités populares, lo que no fue más que la excusa para tener todo el poder en sus propias manos.
Las buenas noticias tampoco quieren decir que el mundo sea o esté mejor. Son simplemente hechos históricos que pueden ayudar a que todo vaya mejor, pero la experiencia indica que para ver esas mejorías, hay que analizar todo desde una perspectiva histórica. Por ahora guardemos la esperanza de que estas buenas noticias se traduzcan en hechos importantes para el mejor bienestar de todos.
