En 1908, muy debilitado, al cura Brochero no le quedó otra que renunciar al curato del Tránsito, y fue a pasar sus últimos años a Santa Rosa del Río Primero, donde vivían dos de sus hermanas. De tanto tomar mate con los leprosos, a quienes visitaba habitualmente, esa enfermedad lo había dejado ciego. Debía contar con el auxilio de un lazarillo y había que leerle.
En 1912 decidió regresar para hacer realidad uno de sus proyectos que era llevar el ferrocarril. Sus amigos lo convencieron de que se reuniese en la ciudad de Córdoba con el líder radical Hipólito Yrigoyen, que estaba de visita en la provincia. El futuro presidente quedó impactado por su personalidad.
En 1869 fue nombrado vicario del entonces departamento de San Alberto, hoy valle de la Traslasierra ordenado cura el 4 de noviembre de 1866, estuvo en la catedral de Córdoba, fue prefecto de estudios del colegio y seminario Nuestra Señora de Loreto y al año siguiente se dedicó a asistir enfermos de la epidemia del cólera que azotó a la ciudad.
Casa de Ejercicios
Una de sus obras más importante es la Casa de Ejercicios, que estuvo lista en 1877. Para la inauguración convocó al gaucho sanjuanino José de los Santos Guayama, una suerte de bandolero rebelde que había peleado junto al Chacho Peñaloza y Felipe Varela, para muchos una figura mítica condimentada por la cultura popular al ser conocido por ayudar a los pobres y que alcanzaría ribetes casi místicos. Para Brochero, Guayama fue uno de los cuatro mejores amigos que tuvo. Había logrado convencerlo de expiar sus pecados y que se convirtiera de una buena vez.
Alguien alguna vez dijo que Brochero se había puesto “la Patria al hombro”. La enumeración siempre será incompleta. Porque fundó escuelas rurales, casas parroquiales y una casa de los misioneros, transformando la región. Hizo caminos, llevó agua al pueblo, hizo instalar al correo. Se preocupó por el desarrollo de la tierra donde llevó adelante su acción evangelizadora.
Construyó las iglesias de San Vicente, la de Las Rosas, la de Ciénega de Allende; recuperó la antigua iglesia de Nono, levantó el Colegio para Niñas, y su última obra fue la construcción de la parroquia de Panaholma.
Montado en su mula Malacara, recorría su curato y era común verlo tomar mate con los leprosos que vivían en la región, desoyendo las advertencias de contraer esta grave enfermedad. Contagiado, le afectó la vista y luego la audición y ya no pudo salir solo, sino que lo hacía con el auxilio de Victorino Palacios, que hacía de lazarillo.
Los milagros
Uno fue un violento accidente automovilístico ocurrido el jueves 28 de septiembre de 2000, en Falda de Cañete, cerca de Alta Gracia, en Córdoba. El otro fue una cruel golpiza, en San Juan. Los desenlaces de ambos hechos fueron pruebas concluyentes de dos milagros atribuidos a Brochero.
El Vaticano certificó la concreción de estos dos milagros y el domingo 16 de octubre de 2016, durante una misa en la Plaza San Pedro, Brochero fue canonizado por el papa Francisco. Era la culminación de un largo proceso iniciado en 1967. Así se convirtió en el primer santo que nació, vivió y murió en la Argentina.
Por José Correa
DIARIO DE CUYO