Celebramos durante el año en curso un acontecimiento memorable, 200 años de la Revolución que abrió las puertas hacia nuestra independencia. Probablemente debamos recordar también otro bicentenario, el del nacimiento de Juan Bautista Alberdi en 1810, inspirador de la Constitución Nacional y uno de los más grandes pensadores argentinos. Sobre esa coincidencia, afirmaba: "Yo he nacido con la Revolución; me he criado con ella”.
Había nacido el 29 de agosto en San Miguel de Tucumán. Su primer contacto con la lucha por la emancipación fue Manuel Belgrano, quien frecuentaba el hogar de los Alberdi. Por medio de una beca continuó sus estudios en Buenos Aires en el Colegio de Ciencias Morales, pero no soportó el régimen disciplinario, que incluía encierros y castigos corporales. Alejado de las aulas mas no de la lectura, trabajó como empleado en una tienda mientras leía a los pensadores franceses, estudiaba música, componía y daba conciertos de guitarra, flauta y piano.
Su hermano, colaborador cercano del gobernador tucumano, le solicitó a éste una recomendación para que Juan Bautista pudiera presentarla a alguna personalidad influyente de Buenos Aires. La carta fue entregada a Facundo Quiroga, quien le dijo al joven tucumano de lo conveniente de estudiar en Estados Unidos más que en Buenos Aires y que él estaba dispuesto a pagar todos los gastos. Alberdi se entusiasmó con la idea pero desistió cuando estaba a punto de zarpar y terminó por graduarse de abogado en el país.
Inició entonces una de las etapas más felices de su vida: su habitualidad en las tertulias. Joven y elegante, ingenioso y refinado, supo dosificar la mundanidad con el matiz intimista y melancólico de la generación romántica. Asiduo concurrente a la librería de Marcos Sastre, fundó junto a Juan M. Gutiérrez y Esteban Echeverría el Salón Literario, un verdadero centro cultural y de difusión de nuevas ideas políticas. La mazorca rosista comenzó a vigilar de cerca estas actividades y emprendió la persecución. Alberdi optó por exiliarse en Uruguay dejando en Buenos Aires un hijo recién nacido y varios amores inconclusos.
En Montevideo se refugió en el periodismo y la literatura. Luego, partió hacia Génova pero con destino final París. La experiencia directa del progreso económico fue delineando su obra futura. Reembarcado para América, eligió Valparaíso para su exilio y al enterarse del triunfo de Urquiza en la batalla de Caseros, escribió en pocas semanas de trabajo afiebrado "Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”. Se lo envió a Urquiza, quien agradeció en estos términos: "Su bien pensado libro es, a mi juicio, un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser escrito en una mejor oportunidad”.
El análisis de nuestra particularidad histórica y la clara exposición de los objetivos políticos necesarios al modelo de país propuesto se convirtieron en axiomas doctrinarios de los constituyentes, por eso, Alberdi es considerado padre de la constitución de Argentina como nación.
Supuso sólo cuatro condiciones básicas como puntos de partida del progreso argentino: respeto a una Constitución nacional y republicana, un eficiente y equitativo sistema económico y rentístico, estabilidad monetaria que preservara una moneda nacional sana; y un pacto federal entre la nación y las provincias que finalizara con la penosa puja del puerto de Buenos Aires con el interior del país.
