Belgrano no era militar y sin embargo incursionó en la carrera castrense, por imperativo de las circunstancias.

Como expresan varios historiadores la figura de Manuel Belgrano en la historiografía tradicional, se la asocia principalmente con la creación de la bandera -algo sublime-, a sus triunfos o derrotas militares o al hecho de no haber sido militar y sin embargo haber incursionado en la carrera castrense, por imperativo de las circunstancias. No obstante y como sabemos hay mucho más sobre él; mirar sólo lo expresado es despojarlo de varios y valiosos protagonismos más, como su accionar en la Revolución de Mayo. Para esto basta recordar que Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano -su nombre completo- nacido en junio de 1770 en Buenos Aires, con sólo 16 años se trasladó a España y se recibió de abogado en Valladolid. Fue en esta época cuando captado por las Nuevas Ideas que sustentaron la Revolución Francesa, comenzó a leer las obras de grandes filósofos y economistas. El mismo dice: "se apoderaron de mi las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, disfrutara de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido…”. En 1794 se crea el Consulado y Belgrano es nombrado secretario. Para este entonces ya tenía bien claro el daño que causaba el monopolio comercial impuesto por España a sus colonias, y comienza a bregar por terminar con este odioso sistema. En 1806 y 1807 durante las invasiones inglesas, fue donde aprendió el manejo de las armas. En estas invasiones Belgrano huyó para no prestar juramento de fidelidad a los dominadores anglos. En esa instancias Belgrano pronunció una frase famosa, ante la posibilidad de aceptar la independencia "de mano los ingleses”. Sus palabras fueron: "El amo viejo o ninguno…”. Y llegamos al punto central del escrito: el protagonismo de Manuel Belgrano en la Revolución de Mayo, de la cual conmemoraremos 211 años. Belgrano aparece como vocal de la Primera Junta, pero su hacer llegó lejos, aportando ideas políticas, económicas y por último convirtiéndose en soldado. En su "Autobiografía” expresa con claridad sus impresiones: "Muchas y vivas fueron entonces nuestras diligencias para reunir los ánimos y proceder a quitar a las autoridades, que no sólo habían caducado con los sucesos de Bayona, sino que ahora caducaban, puesto que aun nuestro reconocimiento a la Junta Central cesaba con su disolución, reconocimiento el más inicuo y que había empezado con la venida del malvado Goyeneche, enviado por la indecente y ridícula Junta de Sevilla. No es mucho, pues, no hubiese un español que no creyese ser señor de América, y los americanos los miraban entonces con poco menos estupor que los indios en los principios de sus horrorosas carnicerías, tituladas conquistas…”. Luego sobrevendrían sus campañas militares, creación de la Bandera Nacional, los decisivos triunfos en Salta y Tucumán, también derrotas. Pero el centralismo porteño siempre lo hostigó, falleciendo en el olvido y la pobreza. 

 

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia