En los últimos meses, miembros de las hinchadas de los clubes más populares de San Juan como San Martín y Sportivo Desamparados, han quedado involucrados en casos policiales de alto impacto. En la Policía tildan a estos individuos como ejemplos aislados y dicen que ni siquiera son barrabravas, al menos bajo las características de los que se ven en clubes de Buenos Aires. A pesar de esa afirmación, hay elementos para pensar lo contrario: dos hinchas de Desamparados quedaron pegados a la investigación por los carnets de conducir truchos. Y un fanático -en la Justicia creen que es, o era, líder de la barra- de San Martín, está vinculado al tráfico de drogas, a la noche, al juego y a la prostitución. Es probable que todavía no suframos en San Juan los dramáticos sucesos que se ven en TV nacional, como dicen en la Policía local, pero también es evidente que las hinchadas, al menos en estos casos, han servido de cuna de delincuentes. Y resulta al menos sospechoso que los dirigentes de cada uno de esos clubes hayan logrado mantenerse indemnes de tamaño movimiento. Y ojo que en el Gobierno están preocupados, ya que ayudan a esos clubes con dinero.

A fines del año pasado la Policía Federal detuvo a Elio Barrozo, su pareja Paula González y otros 10 sujetos en 9 allanamientos. En esos operativos secuestraron 2 armas de fuego, 4 autos (un Chevrolet Cruze, un Peugeot 407, un VW Vento y un VW Gol), 6 motos y unos 30.000 pesos, aproximadamente. Además incautaron unos 4 kg de cocaína y marihuana. A partir de esas detenciones se empezaron a conocer detalles de una trama escalofriante: venta de drogas a menores en la puerta misma de un colegio de Capital y a presos del Penal de Chimbas. Prostitución, robos a los clientes de las prostitutas, compra y venta de propiedades y la firme sospecha de, incluso, lavado de dinero con los activos inmobiliarios. No sólo eso, Paula González, la pareja de Barrozo al momento de su detención, habló en sede policial y complicó aún más la situación. ‘Es buen dinero el que gana mi marido en la cancha de San Martín todos los días’, tiró. Y amplió diciendo que su pareja integraba un selecto grupo de barras -dijo que no eran más de cinco- a quienes los dirigentes les daban entradas para revender y que, en partidos importantes, su marido y otros de la barra del club sacaban plata de los estacionamientos. Bomba atómica. La declaración figura en los testimoniales que le arrancaron a la mujer en los días posteriores a su detención. Y si bien al estar implicada no tiene obligación de contar la verdad, sus palabras deberían haber llamado la atención de alguien. Todos estos datos fueron publicados por DIARIO DE CUYO en su momento. ¿Alguien se puso a investigar esas declaraciones? No que se conozca. Y resulta extraño pensar que el resto de los miembros de esa hinchada conocían de los movimientos de Barrozo. Ninguno denunció. Tampoco los dirigentes que bien conocen a cada uno de ellos.

El caso más reciente es el de los hinchas de Sportivo Desamparados involucrados en los delitos de asociación ilícita, malversación de caudales públicos, fraude, falsificación de documentos, uso de documento apócrifo e inserción de datos falsos en un documento público, al haber, supuestamente, colaborado de alguna forma en la confección de carnets de conducir truchos. Se trata de Gustavo ‘Paco’ Guzmán -prófugo- y de Mario ‘Canario’ Ontiveros, ya detenido. Como se sabe, la Justicia Federal investiga si Guzmán y Ontiveros conseguían en la puerta de Emicar datos de los reprobados para obtener la licencia. Se cree que esos sospechosos pasaban luego esa información a otros dos acusados, David Páez y Mariela Bazán (ambos de Albardón) que, a su vez, se la hacían llegar a una mujer también detenida en Buenos Aires, Ana María Gómez, supuesta encargada de conseguir y enviar a San Juan los plásticos truchos que autorizaban a conducir. En la investigación también están implicados algunos empleados de Emicar y hasta el gerente, Ernesto González Iaiza. Resulta que alguno de los empleados de Emicar dijo haber visto a los dos hinchas en la oficina del gerente. González estuvo ayer en Radio Sarmiento dando las explicaciones del caso: confirmó que una vez recibió a estos hinchas de Sportivo, y amplió al decir que llegaron a su oficina con una joven que era sobrina o familiar de uno de los hinchas. Dijo que le pidieron obviar algunos controles porque la chica se había puesto nerviosa al rendir examen para obtener la licencia y no los había podido pasar, y era la segunda o tercera vez que intentaba obtener el plástico. Según González, él les contestó -palabras más, palabras menos- que no podía hacer excepciones y que lo mejor que podían hacer era enseñarle a la joven para que pudiese pasar las pruebas. Admitió González que también habló una vez con uno de los barras por teléfono. "Me llamó a mi celular, número que tiene mucha gente, porque es el que uso para trabajar, incluso lo tienen muchos periodistas", dijo, aunque negó que él se lo hubiese dado. Relató que le pidió lo mismo que ya le habían solicitado personalmente y que le volvió a contestar lo que ya le había mencionado en su oficina. Todo eso porque el juez Federal Leopoldo Rago Gallo dijo esta semana en los medios que las escuchas telefónicas eran contundentes. Sobre los empleados que fueron detenidos dijo que son personas de muchos años en la empresa y se mostró confiado en que todo se iba a aclarar. "A lo sumo los empleados habrán caído sin querer en algún exceso de confianza", remató el ejecutivo. Según fuentes del Juzgado Federal, González ha prestado colaboración absoluta con la investigación. Y es más, voceros del Gobierno Provincial se mostraron sorprendidos por la supuesta relación que le adjudican a González en el caso. Al ejecutivo lo conocen bien porque tiene contacto normal con áreas del Estado, porque la empresa que conduce tiene una concesión del Gobierno Provincial. Además es el hermano del director del Hospital Marcial Quiroga. Igual, como dicen, será la Justicia la que tenga la última palabra. Como en el caso de San Martín, resulta al menos cuestionable que estos sujetos hayan sostenido semejante negocio sin que nadie, en el club o entre sus colegas, se haya enterado. ¿Cómplices?

Lo que ocurre en Buenos Aires con los barrabrava de clubes como Racing, Independiente, River o Boca y otros, es atroz. Investigaciones recientes publicadas por los medios dicen que manejan fondos millonarios. Por ejemplo, la hinchada de River tiene a su cargo el estacionamiento en los alrededores del club. Cobran alrededor de $100 por cada vehículo. El Monumental a pleno alberga a unas 50 mil personas aproximadamente. Un jefe de la Policía de San Juan que prefirió no identificarse contó que para la final de la Copa Argentina que Racing y Boca jugaron en San Juan en 2012, llegaron sólo del equipo de Avellaneda casi 100 colectivos con hinchas. Y lo anterior, sólo por citar rápidos ejemplos. Sólo con hurgar en los diarios nacionales, salta a la vista que el negocio para ellos es enorme. Todos van a viajar al Mundial de Brasil, por ejemplo.

En la Policía de San Juan dicen que el movimiento que tienen los clubes locales es muy pobre. Casi no va gente a las canchas y lo más convocante está en los equipos que juegan el Nacional B y el Argentino B. En esos partidos los dirigentes suelen "regalar" unas 200 entradas para que las manejen los hinchas. Y suelen tener aportes de empresas o, como ya se dijo, excepcionalmente los estacionamientos alrededor de los estadios. El Gobierno repartió en 2013 del Fondo Especial para el Desarrollo Minero a San Martín, Sportivo y Unión, más de 5 millones de pesos. Y en el Gobierno no se olvidan de eso. Están preocupados y hasta llegaron a preguntarse lo mismo que en esta columna. ¿Es posible que ningún dirigente haya sabido de los negocios de Elio Barrozo o Gustavo ‘Paco’ Guzmán y Mario ‘Canario’ Ontiveros? Difícil de creer. No sería mala idea que salieran a explicar por qué les dan entradas y cuál es la relación que hay con ellos, porque la relación existe. Sería oportuno poner el freno de mano hoy, cuando todavía, parece, la situación es controlable. A no esperar que San Juan aparezca en las portadas de los diarios o los resúmenes amarillos de los canales de TV.