Desde hoy y hasta el viernes próximo, se desarrollará en Washington la 19ª Conferencia Internacional sobre el Sida, y la Onusida, la agencia de las Naciones Unidas que vela por esta enfermedad en todo el mundo, ha hecho público los últimos informes sobre la epidemia. Por otra parte, hay noticias esperanzadoras sobre el avance de una vacuna que está en la etapa experimental.
Según los datos actualizados del estudio anual de este organismo, entre 2010 y 2011, el número de las personas que están recibiendo terapia antirretroviral en todo el mundo ha aumentado un 20%, lo que significa que más de ocho millones de afectados tienen ya acceso a estos fármacos salvavidas; casi la mitad de todos los que son candidatos a recibirlos. Los 2,5 millones de nuevas infecciones en 2011 también reflejan un lado positivo: suponen una reducción del 20% desde 2001. Una tendencia a la baja que también se refleja en el número de niños que contrajeron la epidemia en el último año: 330.000, con una reducción del 24% desde 2009.
En el lado contrario, la epidemia de HIV sigue atacando a los grupos más débiles de población: los jóvenes de 15 a 24 años, que representan el 40% de las nuevas infecciones, y las mujeres, cuyo número de casos en esa franja de edad duplica a los varones. Aún hoy, 34,2 millones de personas en todo el mundo son portadoras del HIV, un virus que mató a 1,7 millones de seres humanos en 2011. El mejor cuidado es la prevención para evitar el contagio por el HIV que, se transmite únicamente a través de la triple vía de la sangre, de la transmisión materno-infantil y por contacto sexual.
Con respecto a las transfusiones y a otros contactos con la sangre del enfermo, hoy el contagio se ha reducido considerablemente, al igual que la transmisión materno-filial que está fuertemente controlada con fármacos adecuados. Se debe intensificar la prevención en este campo, proporcionando el tratamiento médico adecuado a las madres seropositivas, sobre todo por parte de las entidades públicas.
El tercer camino de contagio, es decir, la transmisión sexual, sigue siendo el más significativo. Es favorecido abundantemente por una especie de cultura pansexual, que quita valor a la sexualidad reduciéndola a un simple placer, sin darle un alcance más elevado. La prevención radical en este campo debe provenir de una correcta concepción y práctica sexual, en la que se entienda la actividad sexual en su profundo significado como expresión total y absoluta de donación fecunda de amor.
La prevención segura en este campo se dirige, pues, a intensificar la solidez de la familia.
