El arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, reclamó en el tedeum oficial del 25 de Mayo último ante la Presidenta de la Nación, la falta de soluciones a la pobreza que afecta a millones de argentinos, como también por la inseguridad y la violencia, entre otros puntos críticos.

Si bien el prelado reconoció que es mucho lo que se viene haciendo sobre inclusión social, también es mucho todavía lo que falta para crecer en justicia y hermandad, recordando que "la Argentina de hoy tiene demasiados pobres y excluidos, los cuente quien los cuente. No se trata sólo de un problema económico o estadístico. Es primariamente un problema moral que nos afecta en nuestra dignidad más esencial”, dijo parafraseando al papa Francisco, y pidió por una nación donde se multipliquen las fuentes de trabajo.

La cita de Radrizzani, al exhortar por una patria más equilibrada socialmente y "’con una inclusión social que no sea sólo receptora de ayudas” tiene estrecha relación con un informe reciente del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), basado en un relevamiento nacional que abarcó a 5.700 hogares de los centros urbanos con al menos 50.000 habitantes, donde se detectó un avance de la pobreza que afecta al 38,8% de los menores de 18 años, respecto de 2011, cuando se detectó el 37,2 por ciento. La diferencia podría ser mayor si no existiera la Asignación Universal por Hijo, aclara la UCA.

Sostiene que si se proyecta esa tasa a todo el país, de acuerdo a los resultados del censo 2010, es posible estimar que unos 4,8 millones de chicos viven en hogares sin ingresos suficientes para atender las necesidades en bienes y servicios y de esa cifra, alrededor de 800.000 (9,5%) están en la indigencia, porque sus familias no pueden cubrir siquiera la alimentación básica.

El avance de la tasa de pobreza se origina por efecto de la inflación y de la caída de la actividad económica, que impacta con mayor fuerza en sectores que dependen de trabajos informales y sin continuidad, hecho reflejado en la suba de la tasa de subempleo, es decir el trabajo de jornada semanal inferior a las 35 horas.

Lamentablemente esta situación de vulnerabilidad social afecta mucho más a la población infantil, la nueva generación de argentinos que heredará un país rico pero con pobreza estructural.