Todavía las autoridades de la Policía de Boston y del FBI federal no pudieron detectar la autoría del atentado, pero se descarta que el motivo haya sido otro que el terrorismo. Los rumores son muchos, así como las cámaras de seguridad de toda el área del centro de Boston, una de las arterias principales, la avenida Boylston, de las que se podrá auscultar al o a los terroristas responsables de las dos bombas que explotaron a escasos metros de distancia.
En la tarde del lunes, tras las explosiones en Boston, toda el área metropolitana se inundó de inusuales sirenas de ambulancias, policías y bomberos, mientras de a poco las noticias que venían desde el centro no dejaban de confundir. Es que como cualquier ataque terrorista, el factor sorpresa confundió a todos. Las autoridades de esta ciudad estadounidense son minuciosas en toda actividad de concentración de público, desde el aeropuerto hasta los famosos estadios de fútbol, béisbol y básquetbol con los equipos profesionales multi campeones y, especialmente, con el "’ITI” sistema subterráneo de transporte público.
Pero nadie hubiera pensado que un evento tan público, como el maratón de 24 millas y que se corre por todo el área metropolitana de Boston podría ser el punto más vulnerable. Este último domingo con mi esposa, estuvimos de espectadores recorriendo la fastuosa avenida Boylston y comprando souveniers en el Marathon Store, justo en frente del punto de largada y donde explotó la primera bomba. Fue, como anteayer, un día de sol, casi como despidiendo la nieve y el invierno de semanas atrás. Lleno de familias, de corredores internacionales, de emotividad por los 117 años de historia de la carrera y de policías, pero todos ellos más ordenando el tránsito y a los peatones que tratando de descubrir terroristas.
La sorpresa del lunes fue mayúscula así como la confusión y la desorientación. Muchas actividades públicas fueron canceladas de inmediato, los servicios de telefonía fueron interrumpidos por miedo a que sirvan como detonadores, las páginas de Internet de los medios más importantes como el Boston Globe colapsaron, las redes sociales como Twitter sirvieron de mensajería y la policía hizo llamados públicos a que la gente se quede en su casa o en los hoteles.
Las autoridades locales pidieron calma, también lo hizo el presidente Barack Obama. Todos los habitantes del área enviaron o recibieron mensajes de texto, e-mails o interactuaron en las redes sociales para saberse seguros. Todos quedaron pensando en las víctimas, en quiénes serán los responsables, en que el terrorismo sigue vigente y que toda medida de seguridad, por más incómoda que resulte, es necesaria.
