Una silenciosa invasión provoca una fatal embestida al hombre de hoy. Con sus raíces en el consumismo y su ramificación en la deliberación, mentes de laxo pasar han tomado el camino más corto para provocar tanto en el niño, como en el joven y adulto una embestida sobre la capacidad que tiene el ser humano de tomar la iniciativa o bien de llevar a cabo acciones que merezcan una resolución inmediata.

Sin el ejercicio de la voluntad, los objetivos y las metas quedan truncados. Es que se está produciendo un franco ataque a la voluntad, una ofensiva que produce un verdadero estanco en las acciones humanas las que no pueden ponerse en movimiento más que viciadas por la falta de esmero, empuje y solicitud que la persona debe tener para emprender un proyecto o al menos iniciar una acción significativa que implique un compromiso con el hacer mismo. Obviamente siempre hablando en sentido positivo, es decir, desde la concepción y hasta la construcción de un esquema o modelo a seguir que implique un propósito de rectitud hacia dignos ideales en miras a un desempeño pronto cuya aplicación haga al hombre merecedor de los logros obtenidos.

El desarrollo de la voluntad tiene sus orígenes en la relación vincular madre-hijo/a, padre hijo/a, pues el contacto con el accionar del adulto y la calidad de tiempo hacen madurar los criterios que más adelante el niño futuro joven pondrá en práctica preparándose para la reflexión y la solución de problemas o instancias donde la certidumbre precisamente no está presente.

El ejercicio de la voluntad se mueve en el campo de la Ética y se extiende desde el querer hasta el hacer. Está íntimamente relacionada con la inteligencia y la afectividad; por ello en el campo de los valores su arquitectura tiene su fundamento.

Otro aditamento que grava a la voluntad es su complemento, es la libertad, que bajo ningún punto de vista justifica acciones que limitan con la irresponsabilidad o falta de corrección. Todo lo contrario, acciones libres liberan al hombre hacia una moral donde la norma de sus actos se corresponde con el compromiso y la entrega.

Nuestro sistema educativo nacional no ha planificado sus contenidos justamente para fortalecer la voluntad. Se habla de la aplicación y el conocimiento hacia un trabajo independiente de alternancia en colaboración grupal. Sin embargo sólo la primera fase de la voluntad está presente, es decir, la dedicación. La segunda fase de la voluntad, el esfuerzo, no encuentra total cabida pues los diversos trabajos sólo cultivan aspectos de ella. La tercera fase, el sacrificio, directamente está ausente.

El crecimiento del hombre tiene en la voluntad su más alta medida. Es muy difícil concebir la voluntad en términos de aspiración, pues no es un objetivo en sí sino aquello que hace dirigir hacia un objetivo. Puede notarse que cualquier acción que impulse al joven a adquirir o recibir desde el exterior cualquier estímulo que provoque un hacer, no cimenta la voluntad pues el proceso conveniente se refiere a una construcción de esa capacidad que simultáneamente al desarrollo debe trabajarse. Por ello desde la casa y hasta la escuela y el medio social se debe inculcar al joven acciones que propendan no sólo a la dedicación sino aún más, al esfuerzo y a su más elevado mérito, el valor del sacrificio. Aquello que dispone al hombre a ofrecer ciertas cosas que tienen un valor estimado por el cultivo de la virtud.

Hay instancias como el ataque a la vida por ejemplo, como la cuestión del aborto, el trabajo mediático o en negro sin incorporación al sistema, las falsas ideologías condicionantes para lograr el compromiso del joven o la participación prematura de éste al concebir una familia o tomar parte de procesos electorales a temprana edad no logran su justificación en la propia experiencia de vida o ciudadana que este debe tener. Sigue el adulto orientando a su parecer el futuro de la juventud, sin que estos puedan construir su propio proceso deliberativo, siendo "conducidos” a un fin que ni ello conocen y del cual evidentemente no participan.

No se subestima a la juventud como etapa preponderante para llegar a concebir y consolidar una nación laboriosa, pero si se le da todo lo que debe tener sin enseñarles cómo conseguirlo y el sacrificio que cuesta llegar al logro de los objetivos, esa misma juventud será híbrida y sin sostén alguno y justamente los culpables no serán ellos sino los mismísimos adultos, responsables de sus destinos.

Cultivemos la voluntad, por ella misma el hombre puede ser juzgado si persevera en las pequeñas y mundanas cosas sin la construcción de ideales más altos para su porvenir.

(*) Pedagogo, Filósofo, Escritor y Orientador educacional.