
abrirse a otras monedas que no sea el dólar.
Una caracterización de la persistencia en argentina por adoptar como refugio de valor al dólar, es fuente constante de justificados debates entre estudiosos de diversa procedencia. Últimamente se ha aportado desde estudios del Conicet el tema de las raíces de la popularización cultural en la preferencia por esta forma de refugio del valor. Pero la centralidad en la determinación de las causas de la preferencia del dólar, está en la cuestión de la escasez del dólar que lleva a que en términos de economía nacional
para estar en línea con el comercio internacional, se necesitan si o si, de los medios de pagos en dólares. Toda economía nacional que precisa, en punto, a subsistir y progresar, negociar con el mundo, a la vez y pari pasu (‘en igualdad de condiciones’’), necesita proveerse de una forma universal del valor aceptada para así disponer de la puerta de entrada a la moneda de cambio en el ámbito internacional. Esa medida o forma de cambio internacional, es el dólar, y lo es en condiciones de forma de intercambio hegemónica del comercio y los pagos a nivel mundial. Por lo tanto aquí esta una de las razones objetivas por la que se yergue como moneda de alta demanda para los diversos usos indispensables que apuntalan el funcionamiento mismo de la economía nacional argentina.
En concreto, sin provisiones de dólar suficiente la economía nacional no puede funcionar adecuadamente. Se requiere para importar bienes y servicios, para pagar deudas públicas y proveer a los privados para que funcione la economía. En fin, se requiere como piso de reserva suficiente en las arcas concretas del BCRA. Y en el otro extremo está el dilema de cómo generar dólares suficientes para solventar los diversos usos mencionados. Y de modo fácil se razona que en este otro polo, son pocos los sectores y poca la proporción excedente producida por cada sector que puede abastecer esa provisión, como resultado de la integración a la economía mundial.
Son pocos y en poca proporción los sectores productivos que se emplazan como parte vendedora para recibir el contravalor de lo vendido en términos de la divisa preferente en los pagos SWIFT (también llamados transferencias internacionales). Mencionar los pagos Swift es clave también para este análisis porque devela parte del camino sin salida parcial con que se presenta este tema, pues, dicho sistema de pagos, al hacer obligatorio los pagos internacionales en moneda dólar, es obvio que ello es como aludir a una norma positiva convertida y sustentada por los propios estados integrantes de la comunidad internacional, para que haya una sola moneda-divisa de curso legal de amplio espectro mundial vigente. Entonces de entrada en la dilucidación del tema propuesto, se aprecia que ya tenemos dos fuertes condicionantes de la preferencia por el dólar a nivel individual, distribuido en familias y empresas, los estados, los organismos de crédito, el sistema bancario nacional e internacional, en fin, por todos los actores de la economía nacional y lo que sobrepasa los límites de lo nacional. Uno es la escasez nacida de la propia estructura dependiente de la economía argentina, y la otra radica en que no hay opción normativa, para salirse del esquema del pago en sistema swift. Porque es moneda de curso forzoso del plano del comercio mundial. Entonces, sumados, dialécticamente ambos condicionantes de base ya tenemos explicado que nadie en su sana defensa de su interés de capital va a preferir nada que no sea lo que es escaso, porque es escaso por la sobre demanda misma de la forma general del intercambio.
Entonces hay en esas dos razones reales un horizonte objetivo que por principio de realidad no se pueden obviar, y hay que aceptarlos como puntos de partida claros, para ensayar a renglón seguido, una racional respuesta al desafío teórico pendiente de explicación para avistar otros espacios de acción. Porque la preferencia dólar, no es solo un uso o costumbre de raíz cultural que se construyó por precipitación de prácticas socio históricas. Es por la escasez y por la fuerza de la normativa internacional dentro de la cual argentina está obligada a cobrar y pagar en dólares con la pocas excepciones que se pueden registrar por el sistema de pagos más amplios que incluye a monedas de otros bloques, pero que no son dominantes. Situaciones estas de pagos en otras monedas, que en todo caso, son la excepción que confirma la regla dólar Swift. En consecuencia, no hay algo así como una doctrina o una razón científica que pueda deshistorizar, y des socializar una dolarización subjetiva colectiva argentina, y pasar a cambiar la tendencia de la preferencia dólar. Lo que rige como sustrato conminatorio son formaciones económicas como característica estructural de la economía argentina dentro de un esquema dependiente mundial, y, por el otro lado, una superestructura del sistema monetario de cobros y pagos que está convertida en norma obligatoria para el país. Por lo tanto todas aquellas acciones de política y economía que tienden por auto proposición a proponer modificaciones a la práctica de elegir al dólar como reserva de valor, y no partan de cómo resolver la escasez y como trabajar a la vez en un esquema de excepción al modelo de cobros y pagos swift, serán laterales al, meollo de la cuestión. Esas explicaciones laterales de dos frentes o dos caras. Se cuentan , por un lado, las teorías científicas que describirán mucho y bien el fenómeno en términos de individualismo único y colectivo historiados, pero, que se mantiene en las consecuencias más que en la causas, y, por el otro , lado están los objetivismo crueles como son los basados en la proposición del decreto puro, bárbaro por barbarismo, liso y llano sindicado como de dolarización, con lo cual, pasaremos a ser una parodia ,o, una falacia que sonara a la traición de Estado Libre Asociado.
Es difícil proponer una solución original en este tema, pero, al menos es correcto complejizar o mejor dicho, intentar darle una tonalidad más al debate, para que aparezcan más opciones racionales acerca de la explicación de este tema crucial. Ante ello señalar solo pistas presuncionales acerca de cómo capear el problema del dólar. Es prioritario modificar la estructura de la economía argentina para que se obtengan más ventas de exportación para cosechar más contravalor en divisas. Nótese aquí que decimos exportaciones para obtener más contravalor en divisas, y no necesariamente una divisa, esto es, el dólar. Pero, para ello, es fundamental trabajar y acompañar en otro escenario de acción que es
internacional, para la entrada en vigencia de unos marcos de comercio y pagos de integración multilaterales. Es preciso aproximarse a marcos multilaterales, para superar, o, al menos, alternativos progresivamente la hegemonía monetaria, el que conduce a la tiranía de la dependencia emergida e
impuesta por el uso único de una medida general del valor como divisa. Esta hegemonía es totalitaria, porque anula la diversidad de la naturaleza misma del comercio mundial que no tiene porque ser un unicato del comercio. Esto es lo contrario y antiético a la libertad de comercio que se pueda conocer.
Por ende, una moneda en situación de exclusiva divisa de pagos es el gran tema a abordar con políticas internacionales a cargo de los estados nacionales en interacción con los actores de la economía privada, que son los núcleos que hacen y per -forman, la economía en su más profunda genuinidad. La tarea teórica sugerida es, entonces, la variación de los intercambios comerciales de exportación e importación, de bienes, servicios y de capital, que conllevan las aceptación pareja de otra divisas para
multiplicar las fuentes de obtención de las mismas y aliviar la depurada escasez ligada al dólar, la cual, y una vez no vuelva repetirlo, se repotenciará circularmente, mientras no se modifique el esquema de divisas excluyente de pagos internacionales.
Dr. Mario Alfredo Luna
Prof. Fabián Alberto Núñez
Jáchal
