
Las cuarentenas y el riesgo del contagio del covid-19 nos ha llevado a ocupar gran parte de nuestro tiempo ocioso mirando series y películas a través de las cuantiosas propuestas que se nos ofrecen en la actualidad, sean estas por la televisión abierta, el cable, satélites o por Internet.
"300” es una de esas películas. Muestra la batalla épica de las Termópilas, en donde Leónidas, rey de la ciudad griega de Esparta, enfrenta en una sangrienta batalla, cuerpo a cuerpo, con espadas y flechas y con sus 300 heroicos soldados, al numeroso ejército persa dirigido por su rey Jerjes.
"Enemigo invisible" es el título de otra producción que, mucho más contemporáneamente, muestra las tensiones de una comandante ubicada en Londres (Reino Unido) y quienes manejan un dron no tripulado, desde un pequeño container desde el Comando de Operaciones de Drones ubicado en Nevada (EEUU), mientras esperan la decisión de otros políticos y militares, que les autoricen a disparar un misil para eliminar a un grupo de terroristas alojados en una casa en Medio oriente.
Además de servir para distraerse un poco y atenuar el impacto del agobio que nos produce la pandemia, es increíble ver el contraste entre las dos películas y descubrir cómo la tecnología ha modificado profundamente también las tácticas militares en las guerras modernas.
La robotización, el vuelo de aviones o drones, de barcos, submarinos o tanques no tripulados, misiles dirigidos por rayos láser o desde satélites, cámaras escondidas en un pájaro o una mosca robot o la ubicación exacta por medio de imágenes satelitales, son sólo algunos de los recursos que hacen posible las nuevas tecnologías y modifican sustancialmente las acciones de inteligencia y la visión que tienen hoy las FFAA y de seguridad.
También, en este aspecto, la distancia que separa a las grandes potencias y el resto de países es cada vez más grande y configura otro de los desafíos tecnológicos y sociales de la humanidad.
Por suerte, no existe por el momento un escenario de confrontación a nivel mundial y nuestro país ha resignificado el rol de las fuerzas armadas pensando (sin olvidar su función principal) en desempeñar un rol mucho más orientado hacia las necesidades de las diferentes comunidades en donde actualmente están presentes.
Para esto se invierte en tecnologías "de uso dual”, que además de su fin específicamente militar, sirvan también para paliar catástrofes humanitarias o necesidades de apoyo logístico, un ejemplo es lo sucedido con los radares que fueron repotenciados por la empresa INVAP, usados primariamente para entrenar en la "detección temprana del enemigo”, pero que hoy son también parte del plan de radarización del norte argentino, en apoyo logístico a las FFSS, o con la tecnología para potabilización de agua que se ha utilizado en beneficio de 70 comunidades originarias y criollas del NOA, permitiendo que la mortalidad infantil por esta causa disminuya a cero.
Mientras todo esto ocurre es bueno que nos preguntemos: ¿Cómo está impactando la tecnología en nuestros trabajos? ¿Cómo podemos aprovechar estos avances para ponerlos al servicio de la gente?
Por Gustavo Carlos Mangisch (*)
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio Excelencia y de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo).
(*) Con la colaboración del Dr. Nahuel Pulleiro.
