Más allá de las cifras reveladas por el Censo 2010 -que todavía no termina- existen inconvenientes vinculados a su organización que debieron afrontar quienes estuvieron a cargo de la encuesta. En la opinión generalizada de los docentes y voluntarios que actuaron como censistas hubo algunas fallas, en nuestra provincia, en la diagramación de los radios de cobertura y en algo que es básico para hacer la tarea: la provisión de los elementos, entre ellos el "famoso” lápiz negro que hizo rabiar a más de uno, al resultar insuficiente el que se había provisto.
Este censo, como lo determinan las normas en vigencia, se ha realizado a diez años del último, en el que también hubo una serie de inconvenientes vinculados a su organización. En esta ocasión no se tendría que haber caído en problemas similares, ya que para eso está el valor de la experiencia y el de los antecedentes que se tendrían que haber tenido en cuenta a la hora de delinear el plan de acción aplicable en esta oportunidad. Dentro de diez años habrá que hacer un nuevo relevamiento.
Es de esperar que la enseñanza que dejará el Censo 2010 se aplique y no ocurran inconvenientes como ahora, por no haber tenido en cuenta la experiencia de anteriores ediciones. No se pueden estar desaprovechando oportunidades como éstas, en que todas las piezas del engranaje deben estar debidamente aceitadas y funcionando a la perfección, para intentar sacar el mayor provecho de una tarea que se hace cada una década y es base de la proyección del desarrollo.
Es de esperar que los datos obtenidos sirvan para obtener una radiografía del país, instrumento de vital importancia para delinear políticas activas inherentes al crecimiento.
