Existe una máxima en la minería metalífera que establece que las plantas, las minas, los capitales de inversión y las empresas no adquieren absolutamente ningún valor, mientras no se cuente con un recurso minero que sea económico, comercial y explotable. Esta es la razón que permite ubicar en un lugar de privilegio a los países que cuentan con reservas mineras y muy particularmente, a los que conforman parte del mundo subdesarrollado, donde se encuentra más del 70% de las reservas mundiales.
La naturaleza ha sido muy sabia al distribuir estos recursos, ya que los ha provisto de 2 maneras: en forma de yacimientos del tipo diseminado, de gran volumen, ubicados en ambientes de alta cordillera, que solo pueden ser explotados desde una actividad de gran minería y también, en forma de yacimientos del tipo vetiforme, de menor volumen, por lo general de carácter polimetálicos, asociados a ambientes serranos o precordilleranos, que solo pueden ser explotados desde la pequeña minería.
Pero la historia minera también ha hecho su aporte. Ha demostrado que no existe conflicto de interés alguno, entre el desarrollo productivo de la pequeña minería y la gran minería y que la pequeña minería, que en todo concepto encarna a una PYME, constituye una fuente innata de generación de trabajo en los sectores sociales más vulnerables; que posee la virtud de incorporar todos los recursos invertidos y todos los beneficios obtenidos, en el circuito económico provincial y nacional y que no existe ningún impedimento para que bajo el alero de una política minera nacional se proyecte a la pequeña minería, como una actividad económica y ambientalmente, sostenible y responsable.
Convencido en que las inversiones extranjeras representan una de las herramientas para desarrollar el sector de la gran minería, todo lo expresado me lleva a formular la creación de una Empresa Minera Autónoma del Estado Provincial, que al igual que lo que ocurre con la ENAMI en Chile, debe constituirse en un ente de fomento y desarrollo de la pequeña minería metalífera y desde la adquisición de las cales y el cuarzo como insumos de los procesos de beneficios, de desarrollo de la pequeña minería no metalífera.
Esta empresa debería contemplar como condicionantes de su creación dos aspectos fundamentales: Como en el país no existe una pequeña minería metalífera ya que no existen agencias de compras o simplemente a quien vender una piedra, debe constituirse como un poder de compra que cuente con toda la línea de plantas de tratamientos, que conduzcan a través de los procesos de concentración, refino y fundición, a la obtención de los metales.
En segundo lugar debe relegar solo en el esfuerzo empresario privado nacional, la explotación de los recursos mineros. Como en la provincia estos recursos se encuentran en la condición de reservas mineras provinciales o por vía de una concesión legal bajo la pertenencia constitutiva de terceros, cuando los recursos de interés formen parte de la reservas provinciales, deberían mediante contratos de explotación o arrendamiento, ser concesionadas. Tres razones ameritan que la explotación de estos recursos las ejecute el sector privado: Permitirá generar una actividad de pequeña minería metalífera nacional; permitirá consolidar un empresariado minero argentino que en este sector tampoco existe, y delegará solo en la capacidad empresaria privada, las responsabilidades relacionadas con el éxito o el fracaso empresario.
Con relación a las políticas de fomento destinadas a generar el auge productivo de este sector, debería contemplarse la construcción de un complejo de plantas de beneficios de minerales en Iglesia, Jáchal y Calingasta y con respecto a las políticas de desarrollo activas a aplicar, deberían crearse dos programas maestros: Un Programa de Desarrollo Minero, cuyo objetivo debe ser el alumbramiento de depósitos y de reservas minerales con la finalidad de generar la apertura de minas y por tanto, el inicio de la actividad minera productiva y, un Programa de Desarrollo Productivo, destinado a incrementar la capacidad productiva de las minas en actividad.
Como en principio minas metalíferas en actividad no existen, este programa debe extenderse hacia el sector de la pequeña minería no metalífera, en particular a los sectores asociados con la producción de cales y cuarzo, que representan insumos insustituibles para el desarrollo de la actividad minera metalífera.
En cuanto al financiamiento se puede acudir a distintas fuentes, en el orden internacional, nacional y provincial. Hay programas como los siguientes: Banco Mundial (Disminución de la pobreza); Naciones Unidas (Programas para Medio Ambiente y Desarrollo Industrial); Organización Internacional del Trabajo (Programa Gama y programas pilotos de seguridad minera) y Comisión Europea (Financiamiento para proyectos mineros), entre otros.
