Ocurre con frecuencia en las redacciones de los medios, que aparecen de manera misteriosa documentos o escritos sin remitente. Pasó bastante al comienzo de la gestión de José Luis Gioja y antes, durante los caóticos años de Alfredo Avelín. El caso del líder de la Cruzada Renovadora estuvo impulsado por los gremios estatales, quienes hicieron bastante para sacarse de encima al caudillo, más allá de los méritos propios del exgobernador. Y lo del giojismo corría a la par de los vaivenes internos del peronismo, en muchos casos impredecibles como la historia ya ha demostrado sobrada cantidad de veces. Hacía mucho que no ocurría, pero el jueves pasado alguien dejó en la portería del diario papeles a mi nombre, lo que me hizo acordar mucho a aquellas épocas. El escrito denunciaba que en el Concejo Deliberante de la Ciudad de San Juan hay, al menos, una persona cobrando sin trabajar. Un ñoqui.
Los papeles no traían nombres, sólo números. Chequeamos en Anses, en el Concejo y en el Ejecutivo municipal. Logramos un nombre que, al principio, no nos dijo nada de nada, aunque sí pudimos confirmar que se trataba de una mujer que ingresó a trabajar a la Ciudad el uno de enero de 2008 y el municipio al menos le pagó el sueldo de septiembre de 2018, unos $22.000 aproximadamente. El derrotero periodístico continuó con llamados a algunos concejales, al menos uno de cada bloque. Varios de ellos coincidieron en que conocían a la persona, aunque la mayoría advirtió que no la vieron nunca o que la habían visto con poca frecuencia en el edificio municipal. El único que acusó recibo al confirmar que trabaja en el bloque es el edil actuarista Federico Sansó, primo de Juan Sansó, el jefe de ese bloque. Pero claro, la involucrada se llama María Rosario Quino y es la esposa del líder de Actuar y precandidato a intendente en la Ciudad, Rodolfo Colombo. Entre los Sansó y Colombo, además de la relación política, existe una amistad de muchos años. ¿Se puede decir a viva voz que la esposa de Colombo es ñoqui? es muy difícil, porque los asesores no están obligados a ir a trabajar, parece: investigando este caso conocimos que los asesores no tienen ningún régimen laboral, o al menos eso nos dijeron los propios ediles de distintos partidos políticos en cada charla. Los asesores no firman, no tienen tarjeta, no hay registro de sus trabajos y su rendimiento o asistencia quedan a entera consideración del secretario de cada bloque o de los propios concejales.
Probablemente no estemos frente a una ilegalidad, gracias a este laxo sistema del que gozan los concejales y sus colaboradores. Pero desde lo ético, sí hay reproches que endilgarle a la señora Quino o a cualquier otro que haga lo mismo. Sea empleada de planta permanente o política, como en este caso, el municipio está destinando fondos para que ella o cualquier otro cumplan con la tarea para la que fue contratado. Los asesores, se supone, suelen ser especialistas que los legisladores contratan para que los ayuden a elaborar proyectos en distintas materias. Nadie sabe todo, por eso hay que asesorarse a la hora de legislar, lo que es totalmente razonable. ¿Quino lo hará desde su casa? No se sabe, porque más allá de sus compañeros en el bloque, nadie más tiene ningún control sobre lo que hace esta mujer o cualquier otro asesor.
La política
Como se dice al comienzo de esta nota, estas denuncias siempre son motivadas por alguien que quiere perjudicar a otra persona, aunque esa realidad irrefutable no justifica el hecho en sí. Es decir, seguramente quien acercó el material al diario es alguien interesado en manchar a Colombo, pero esa es una discusión aparte. Lo que hay que discutir es que, aparentemente, Colombo tiene a su esposa cobrando del Concejo Deliberante sin trabajar. El que obtuvo la información y la acercó al diario pudo haber sido cualquiera, desde el mismo intendente Franco Aranda hasta el concejal Gonzalo Campos, por ejemplo, muy violento en sus últimas críticas al líder de Actuar. Evidentemente hay un enfrentamiento entre ambos: hace algunos días el médico participó de una cena junto a otros referentes de Cambiemos en Capital, adonde no invitaron al rubio. Cuando fuimos a preguntarle por qué, fue más allá y le cuestionó desde la candidatura hasta la trayectoria política: ‘ha perdido -Colombo- muchas elecciones’. Además, agregó que a lo largo de su carrera ‘ha cambiado muchas veces de pensamiento, apoyó a Gioja y después a Basualdo, por ejemplo’, algo que ‘la gente te lo comenta y lo tiene en cuenta’. Y remató: ‘Y, a lo mejor, en un milagro pueda ganarle al oficialismo, pero no creo que sea una alternativa confiable’. Otro que fue muy duro fue el bloquista disidente Alejandro Bravo, quien también estuvo en esa comida con Campos y otros: ‘Vemos con buenos ojos que encabece el frente electoral en Capital algún otro dirigente. A Colombo no se le dio el triunfo en varias ocasiones y entendemos que ha llegado el momento de tratar de conquistar el municipio con otra figura’, resumió el bloquista de apellido ilustre.
Evidentemente esas palabras le dolieron a Colombo, quien las contestó reuniendo a Eduardo Cáceres y a buena parte de Producción y Trabajo, ayer. No estuvieron Campos, Bravo, ni el diputado César Aguilar, otro que participó del mitín sin el líder de Actuar. (Ver página 7).
Colombo había emprendido una violenta campaña contra el intendente por los árboles enfermos y erradicados de la Peatonal. El precandidato a jefe comunal de Cambiemos mandó a su gente a denunciar lo del paseo en la Justicia y hasta intentaron alguna investigación del Tribunal de Cuentas. El caso no son los árboles, si es que alguien aún es lo suficientemente ingenuo para creerlo. El caso fue complicar a Aranda con una situación difícil y aprovecharse de algunos errores del jefe comunal, sobre todo en materia de comunicación. Colombo ni Sansó no son ambientalistas, son políticos. Sabiendo eso, es muy posible que la arremetida contra el líder de Actuar haya sido por las denuncias y las críticas hacia el intendente, pero nadie está en condiciones de asegurarlo. Pudieron haber sido Campos, Bravo, algún actuarista enojado con su líder o algún empleado municipal que teme que el rubio llegue a la intendencia el año que viene, eso no se sabrá jamás. Las motivaciones para estas cosas, a veces, son impensadas. En la historia de la política sanjuanina, muchas denuncias han nacido como venganzas y han terminado en escándalo pasionales.
Lo cierto es que, amén de la obvia jugada política, ahora es el turno del actuarista. Veremos cómo sigue el derrotero político y cómo hace el abogado para explicar esta situación, si es que hay algo que explicar. Que la política no tape la legalidad. Hace algunos meses en este diario denunciamos también la lista de parientes que tenía Roberto Basualdo en el Senado, y el senador echó a la mayoría. ¿Qué hará Colombo?