La dificultosa transición que está experimentando el Gobierno nacional en sus distintas áreas, está requiriendo un esfuerzo muy especial de todos los sectores de la vida nacional, orientado a lograr la unidad que necesita nuestro país, para consolidar el proceso democrático y alcanzar los objetivos anhelados, en definitiva, por toda la sociedad. En el decir del sacerdote católico Carlos María Galli, profesor de la Universidad de Teología y miembro de la Comisión Teológica Internacional, necesitamos que esta transición se manifieste en el plano ético-social como una cultura del encuentro, a fin de superar la enemistad y cultivar la amistad social. Debe entenderse -sostiene el prelado- que la patria es un ‘nosotros’, es decir una unidad plural que cobija a muchos unos y muchos otros, por lo que si el Gobierno que recién asume busca la unión deberá esforzarse por incluir a todos, en especial a los más débiles y abrir espacios a la paz, en base a un principio formulado por el papa Francisco que apunta a cultivar el encuentro. La promesa del presidente Macri, al momento de asumir sus funciones, de superar los enfrentamientos para que la Argentina pueda crecer próspera y en paz, es consecuente con el principio de ‘amistad social’ basado en que siempre ‘la unidad es superior al conflicto’. Se afirma que en toda sociedad hay luces y sombras que nacen del corazón humano, por lo que la Argentina necesita imperiosamente transformarse en una sociedad más transparente, para poder generar la confianza necesaria de todos los sectores sin excepción.

Estamos ávidos de poder confiar en los dirigentes para erradicar definitivamente la corrupción, y son ellos los que tienen que dar señales claras al pueblo que quiere, de una vez por todas, vivir en un país donde el esfuerzo realizado sea valorado, y que cada gobierno que se suceda sea mejor que el anterior en eficiencia y honestidad. La celebración del Bicentenario de la Independencia este año es un buen motivo para fomentar la unidad entre todos los argentinos. Pero como dice Galli, esta tarea no es sólo del Gobierno sino de toda la comunidad. ‘Aquí es donde tiene su misión específica los credos y las iglesias que aportan un plus de fraternidad desde la fe en un Dios Padre fuente de toda razón y justicia’. La anhelada unidad nacional debe ser una realidad, más allá de que algunos oscuros sectores estén interesados en que las divisiones de la sociedad persista en su propio beneficio.