Una de las novedades del Sínodo sobre la familia, es la voz de matrimonios que comunican a los Padres sinodales sus experiencias. La primera pareja que intervino fue la de Ron y Mavis Pirola, cónyuges australianos, que narraron el recorrido de sus 55 de matrimonio: del primer flechazo, hasta las satisfacciones y las fatigas de convertirse en padres.

Según estos cónyuges, se necesitan nuevos modos y lenguajes fácilmente reconocibles para tocar los corazones de las personas. Pusieron como ejemplo el caso de unos amigos suyos, padres de un chico homosexual. Ellos estaban organizando la reunión de Navidad en familia cuando su hijo dijo que quería llevar también a su compañero. Ellos creían plenamente en la enseñanza de la Iglesia y eran conscientes de que a sus nietos les hubiera gustado ver recibir al hijo y a su pareja en la familia.

Su respuesta se puede resumir en tres palabras: "Es nuestro hijo”. No lo debían marginar ni estigmatizar. Según el matrimonio, este es el "modelo de evangelización” que las parroquias deberían aprender de las iglesias domésticas que son las familias. Estos son los ejemplos que deben respetar y alentar los obispos y sacerdotes, que muchas veces se encuentran encerrados en su micro clima. La vida no es un libro de hermosa encuadernación, sino un compilado de hojas que a diario hay que escribir con alegrías y dolores.

Otro caso, añadieron, es el de una amiga divorciada que dice "que a veces no se siente plenamente acogida en su parroquia. Aún así, va a misa regularmente y sin lamentarse con sus hijos”. Ron y Mavis observaron que "para el resto de la parroquia ella debería ser un modelo de valentía y compromiso frente a la adversidad”, subrayando que precisamente de personas como ella "aprendemos a reconocer que todos llevamos heridas internas en nuestra vida”. Ser consciente de las propias heridas internas, de hecho, ayuda enormemente a reducir la tendencia a juzgar a los otros, una actitud que representa un poderoso obstáculo para la evangelización.

Por eso es tan importante que durante el debate sinodal surgiera la necesidad de adecuar el lenguaje de la Iglesia, para que la doctrina sobre la familia, la vida, la sexualidad, sea comprendida correctamente: hay que dialogar con el mundo. Es que si la Iglesia no escucha al mundo, el mundo no escuchará a la Iglesia. De ahí que en los debates haya surgido la necesidad de tener cuidado con el lenguaje que ésta debe usar para darse a entender.

El padre Thomas Rosica, responsable de la comunicación vaticana en inglés precisó, por su parte, que un padre sinodal subrayó que expresiones como "intrínsecamente desordenado”, usada con respecto a la homosexualidad, o "mentalidad anticonceptiva”, no ayudan a evangelizar. ¿Qué hubiera sido de esos padres con su hijo homosexual, si le hubieran dicho que éste era un "depravado” o un "desviado”? Lo habrían herido o perdido.

Otro testimonio fue el de George y Cynthia Campos, pareja de la archidiócesis de Manila, en Filipinas. Ambos están muy comprometidos en una asociación laica que tiene como fin renovar y reforzar la vida y los valores de la familia cristiana. Padres de cuatro hijos, casados desde hace 27 años, los Campos hablaron de los dos eventos dramáticos que marcaron su matrimonio, superados gracias a una profunda fe en Dios. En primer lugar el embarazo de riesgo de Cynthia: "En el cuarto embarazo me diagnosticaron diabetes gestacional y preeclampsia. Nos dijeron que mi vida corría peligro si continuaba con el embarazo y el niño tenía muchas probabilidades de nacer con alguna anomalía. Nos aconsejaron elegir entre la interrupción del embarazo o el riesgo. Ha sido verdaderamente una prueba de fe y de abandono. Hemos decidido tener el niño y respetar la voluntad del Señor. Por gracia de Dios, hemos sobrevivido las dos y mi hija Christen nació sana y llena de vida”.

Más difícil para los cónyuges fue afrontar el cáncer de pecho diagnosticado a la mujer en 1998. Según los médicos, el tumor le daba máximo de 3 a 6 meses de vida. En vez de renunciar a su servicio, Cynthia continuó con mayor pasión. Mi oración, dijo, era: "Señor simplemente con un toque de tus dedos se podría cambiar mi enfermedad. Debes solo quererlo”. "Dios escuchó nuestras oraciones y por ahora estoy en pie tras curarme con una sencilla intervención y una dosis de antibióticos”. En uno de los discursos en el aula sinodal resonaron las palabras del discurso de apertura del Concilio, cuando Juan XXIII dijo que la "Iglesia prefiere usar misericordia en lugar del rigor”, concepto retomado también por Pablo VI, cuando explicó que "la misericordia es la clave hermenéutica de los mandamientos”.

Es mucho lo que la Iglesia debe aprender aún, y sobre todo imitar cada gesto y actitud del Papa Francisco para dejar la burocracia eclesial y estar cerca de la gente herida en sus vidas.

(*) Escritor italiano.