El litigio entre Minera Los Pelambres (Chile) y El Pachón (San Juan) está arrojando detalles que merecerían tratamiento cinematográfico. Glencore, la propietaria de la mina calingastina, acaba de denunciar penalmente a su colega chilena por usurpar terreno argentino, por introducir residuos peligrosos de manera clandestina y por llevar agua sanjuanina a territorio chileno. Los detalles de la causa penal, filtrados en los pasillos de los tribunales sanjuaninos, son preocupantes, ya que hablan de una llamativa falta de control ambiental chileno.

El yacimiento El Pachón se ubica en el departamento Calingasta, a una altura promedio entre los 3.000 y 4.220 msnm, a sólo 5 kilómetros de la frontera con Chile. Los anuncios sobre la reactivación de esta mina de cobre fueron muchos y muy antiguos, pero el último ocurrió a fines de 2014 y llamó la atención: 3 mil millones de dólares para empezar a construir una mina menor a la original, para extraer un metal cuyo precio va en caída libre y sin perspectivas de suba.

Según aseguraron fuentes judiciales a DIARIO DE CUYO, Glencore sostiene en la denuncia que Pelambres construyó un acueducto para trasladar agua desde El Pachón a Chile. Se habla de unos 67 litros por segundo, aproximadamente. Veladero, la mina de oro en Iglesia, consumió en 2011 unos 57 litros por segundo. Es decir, el agua que supuestamente se lleva la minera chilena a su país, serviría para dotar a la mina más grande en producción en San Juan. O alcanzaría para regar una finca de 60 hectáreas, más o menos. Construir una cañería y llevar el agua de un lado de la cordillera al otro, no sólo necesita de un buen ingeniero, también hacen falta muchísimos acuerdos entre los países. ¿A qué país tributa la empresa que ejecuta la obra? Los trabajadores chilenos, ¿se rigen por leyes argentinas o chilenas? ¿Quién controla, Argentina o Chile? Y la pregunta que más suena entre los funcionarios sanjuaninos, aunque no la digan en voz alta: ¿ningún control chileno detectó que estaban sacando agua de territorio argentino? Gravísimo.

Según las fuentes judiciales que destaparon estos detalles, la escombrera chilena no sólo ha tapado con roca estéril y neumáticos viejos lagunas del lado argentino (ver infografía), sino que el drenaje ácido que provoca el escurrimiento de agua o nieve sobre las rocas de la escombrera puede haber desembocado en una contaminación en la zona. La denuncia, ampliaron las fuentes, incluso recomienda hacer más investigaciones sobre los niveles de contaminación. Ni que hablar del transporte de sustancias tóxicas, cuestión para la que por poco piden ADN en Argentina. Pelambres, de ser cierta la presentación, ha movilizado esos químicos por Calingasta sin ningún tipo de control. El tema requiere investigación oficial y reacción de las cámaras empresarias, cuestiones que hasta el momento, no han ocurrido.