"… Robar es un delito, pero arruinar el país es traicionar a la Patria…", lo dijo el General Don José de San Martín. Como justicialista de toda mi vida, el concepto me genera un fárrago de sentimientos e ideas que quiero compartir. Ante todo una gran indignación: tenemos la máxima responsabilidad histórica por este nuevo fracaso, retroceso o suspensión del proceso popular progresista en Argentina, impulsado desde 2003 y sostenido por miles de hombres y mujeres honestos, que se cortó en 2015. Esta vez no se perdieron vidas, se perdieron ilusiones y calidad de vida. Pareciera que los justicialistas necesitamos un scanner en el ingreso partidario, para detectar delincuentes que se hacen justicialistas para delinquir desde el poder.

Le hemos dejado en bandeja a la derecha, para que por un largo período, gracias a los supuestos delincuentes que ejercieron el poder en el ultimo gobierno justicialista; no se puedan postular políticas de protección a los vulnerables, estén donde estén dentro de nuestra comunidad (el niño, el anciano, el discapacitado, la mujer, el alumno, la maestra, el paciente, el obrero, las pymes, la Salud Pública y la Educación Pública, gratuitas y universales). Casi todo se reduce a una cuestión de "pesada herencia", "negros y/o vagos", o a "mafias". Para colmo, entre las responsabilidades propias cuenta el fomento de la grieta, muy bien sostenida y promovida por medios y redes por doquier. Ya está claro a quién conviene la grieta, la agenda electoral de hoy lo demuestra.

Hemos retrocedido en el proceso histórico. La derecha no ganaba elecciones, hacía golpes de Estado. Hoy gana elecciones, principalmente por culpa de los justicialistas. La facilitación del acceso de delincuentes al poder del gobierno justicialista no es lo peor que hemos hecho. Es grave; nos alejará por un tiempo de la posibilidad de acceder al poder.

No justifico nunca a delincuente alguno en el ejercicio del poder. Quiero destacar que no es lo mismo un delincuente que una traición a la patria. Creo que los antecedentes históricos de las políticas ruinosas liberales y neoliberales, dictadura de los 70, menemismo de los 90 y ahora, generan un daño mayor que el de los que delinquen en el poder. Aunque cuesta hoy hacerlo ver.

La deuda externa y las transferencias de riquezas hacia los sectores concentrados, por diversas vías (devaluación, ganancias de la actividad financiera, excesivo incremento de los precios, desgravación tributaria o arancelaria); producen ruina social.

Es un momento difícil. Parece que cualquier especulación como la presente importa la defensa de delincuentes, que no lo es. Esta es para mí la única grieta válida y eficaz: de un lado los que vivimos honestamente y del otro los delincuentes, que no tienen banderas ni ideario.

 

Pascual D. Persichella – Abogado UNC. Lic. en Cs. Políticas UNSJ