La ironía de la mediación de Castro en las conversaciones de paz de Colombia con los guerrilleros de las FARC me fue señalada por Guillermo Fariñas, conocido disidente cubano que empezó una huelga de hambre el 20 de julio en Santa Clara. Me dijo que quiere llamar la atención del mundo sobre la situación de los disidentes pacíficos y pedir al régimen de Castro que comience un diálogo con ellos. Otros 12 disidentes se han unido a la huelga de hambre por tiempo indefinido, y el grupo Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) anunció que 200 de sus miembros llevarían a cabo un ayuno de 12 horas en apoyo a los huelguistas. Suena absurdo, pero aún ahora un año después de que Cuba y Estados Unidos reanudaron relaciones diplomáticas, y cuando cruceros de EEUU repletos de turistas están llegando a la isla el régimen militar se niega a hablar con ningún opositor cubano bajo el ridículo pretexto de que todos son ‘mercenarios’ de Estados Unidos. Desde 1959, el régimen de Cuba, que Raúl Castro ha heredado de su hermano Fidel, no ha permitido una elección libre, ni que quienes piensan diferente puedan formar partidos políticos, o hablar en televisión, ni ejercer su derecho universal a la libertad de reunión. Y, aunque el presidente Obama visitó Cuba en marzo y ha desmantelado buena parte del embargo comercial de EEUU a la isla, permitiendo a American Airlines, Sheraton, Netflix y docenas de otras compañías estadounidenses reanudar sus operaciones en Cuba, el gobierno de La Habana continúa usando el oxidado pretexto de la ‘agresión yanqui’ para negar las libertades más básicas a su pueblo.

‘Es una hipocresía de parte del gobierno cubano aparecerse como mediador en las conversaciones de paz de Colombia con la guerrilla violenta de ese país, y al mismo tiempo ser intolerante con su propia oposición no violenta en Cuba’, me dijo Fariñas. Su protesta actual es para exigir que Cuba cese las golpizas y las detenciones políticas contra opositores, y que Castro designe a uno de sus vicepresidentes para que se siente a la mesa con doce representantes de la oposición pacífica cubana. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional reveló recientemente que hubo 6.753 detenciones políticas durante los primeros seis meses de este año, lo cual de continuar el índice actual el resto del año resultaría en más del doble de las 8.616 detenciones del año pasado. Mi opinión: es hora de que Estados Unidos, Europa y las democracias de América latina pidan a la dictadura militar de Cuba que cumpla los tratados internacionales que ha firmado, incluyendo la Declaración de Viena de la ONU de 1993 y la Declaración de la VI Cumbre Iberoamericana de Viña del Mar de 1996. Esta última compromete a todos los países firmantes, incluyendo a Cuba, a respaldar ‘las libertades de expresión, asociación y reunión” así como ‘las elecciones libres’. Si el cumplimiento de estos tratados no es exigido a quienes los firman, ¿cómo pueden todos los gobiernos firmantes pedirnos que los tomemos en serio?

Muy pronto, cuando se firme la paz en Colombia y lideres mundiales celebren los acuerdos, Castro se posicionará en el centro de escena como el gran pacificador. ¡Es hora de exigirle que él permita conversaciones de paz en Cuba!.