Almorzando el 25 de diciembre pasado, me llega la noticia de que habían disminuido los accidentados por pirotecnia. Sólo, se habían atendido a dos personas con heridas leves. Entonces desconfié de inmediato. Esa Nochebuena, con mi familia pasamos más de cuatro horas, antes y después de medianoche, soportando explosiones estruendosas, productos de artefactos explosivos manipulados por niños y uno que otro adulto. Pasó solo un día más y la lista de afectados por la pirotecnia que mutila, quema y mata aumentó.

Los representantes políticos, cuyo salario es demasiado abultado, manifiestan desidia en presentar un proyecto de ley u ordenanza urgente que establezca la prohibición total de la comercialización y uso de pirotecnia. 

Una persona con un hijo pequeño que tiene problemas de oídos, me dijo que su bebé pasó toda la noche llorando por el efecto de las explosiones. Todos hemos leído el efecto negativo en personas epilépticas o autistas. También sobre la necesidad de aumentar las dosis de psicofármacos para poder calmar los ataques que devienen luego del festejo de los que, supuestamente, estamos sanos. 

Muchos de los accidentados por los explosivos al considerar que sus heridas son leves, no van al hospital. 

Otros seres vivos como los animales, en especial las mascotas como son los perros, sufren las consecuencias, mientras las aves pierden el sentido de orientación con las ondas expansivas, chocando contra árboles y postes o muriendo por un colapso cardíaco. Los caballos dejan su pasividad para espantarse hasta enloquecer. Todo ello ocurre pero no se registra, no existen estadísticas. 

En San Juan, la cosa no ha cambiado tanto. Mucho menos cambió la falacia de creer que para festejar un evento religioso, social o deportivo es necesario hacer explotar bombas por doquier. 

Distinto lo ocurrido en Buenos Aires, donde según me dijo alguien, desde el hecho trágico de Cromañón el uso de la pirotecnia había disminuido producto de una toma de conciencia social altamente costosa en vidas.

En conclusión, los representantes políticos, cuyo salario es demasiado abultado, manifiestan desidia en presentar un proyecto de ley u ordenanza urgente que establezca la prohibición total de la comercialización y uso de pirotecnia. 

Nos sinceremos, en San Juan, existe un sólo mayorista que se lleva la gran tajada de este comercio, el acopio de este material altamente peligroso lo hace en galpones ubicados a pocas cuadras de la Plaza 25 de Mayo, todos los demás son vendedores circunstanciales. 

Ha pasado Nochebuena y Navidad. Hay heridos. Pedir a jueces, diputados y concejales que acudan con lo que sea necesario para subsanar en parte lo que cada víctima ha sufrido, o siéntense a esperar rogando que como en Buenos Aires, la toma de conciencia no nos cuesten vidas como en Cromañón.

Osvaldo Olmo Gómez  –  Profesor Enseñanza Nivel Medio