El doctor Eugenio Pucciarelli -el filósofo absoluto del siglo pasado-, autor de varios libros de Filosofía y Humanismo, más de 250 artículos científicos, catedrático universitario, fundador del Centro de Estudios Filosóficos y miembro permanente de la Academia Nacional de Ciencias, dijo que el argentino es un personaje auto-contradictorio aunque el país maduró en los últimos 50 años, es decir en la segunda mitad del siglo pasado. Profetizó que el argentino viviría los comienzos del Siglo XXI con "cierta debilidad" porque no se cumplió con la Constitución de Alberdi.
Para Pucciarelli, quien concedió su última entrevista unos días antes de su fallecimiento, el 3 de enero de 1995, hablar del argentino de hoy era hablar del habitante de un país de inmigración, donde los que se adaptaron a él conservan todavía muchos de los hábitos y pensamientos que corresponden a otra civilización de la cual se han desprendido para venir a nutrir a ésta. Entonces, desde ese punto de vista, todavía no hay una imagen del argentino. Si nosotros tuviéramos, como los italianos, una herencia similar a la de Roma de 2.700 años, la cosa sería distinta. Pero aquí tenemos 2.700 días y no años.
¿Cuándo aparecerá el perfil argentino?. -Tienen que pasar varias generaciones para que toda esta contribución heterogénea se vaya amalgamando y dando un producto más o menos homogéneo, hasta dónde puede ser homogénea la figura a través de la cual el hombre se piensa a sí mismo.
¿Puede imaginar con esperanzas el argentino del futuro?. -Los argentinos somos ingenuamente optimistas de manera que bajo ese punto de vista, lo único que nos queda después de todos los desastres que hemos vivido, y los que nos esperan todavía para vivir, es la esperanza de que las cosas en el porvenir sean mejores que en el pasado.
¿Cuáles serían esas líneas de pensamiento?. -Creo que al siglo XXI por lo menos en su primera década, se lo va a vivir con una característica fundamental de la vida política argentina que es la contraposición de "civilización y barbarie". De manera que Sarmiento, aplicando términos quizás exagerados para su tiempo, lugar y momento, vio claro. Porque él caracterizó la vida argentina como una sucesión de oposiciones entre lo que él llamaba "civilización", que era la vida en las ciudades, y la "barbarie" que era la vida en la llanura. El argentino es un personaje auto-contradictorio y ello explica la heterogeneidad de las posiciones por las cuales ha pasado en el curso de su breve historia. Nosotros no decimos "civilización y barbarie", poniéndonos en el año 1845 cuando escribía Sarmiento. Ahora decimos "nativos e inmigrantes", por ejemplo, y lamentamos que el inmigrante no piense como el nativo quisiera pensar.
¿Es una oposición real? -Me parece que sí. Cuando usted observa la vida política argentina -la política es un espejo y yo no milito en ningún partido- tiene una sensación muy clara. Yo miro desde afuera contemplando el panorama que se despliega ante mis ojos con un poco de temor de que esto produzca algún quiebre social.
¿Usted esta pensando en la democracia? -Si… a lo que se llama vagamente democracia. Hoy democracia es creer que el sufragio universal es lo que decide. Y no es eso, porque no es cierto que las mayorías tengan necesariamente la verdad, aunque actualmente los pueblos se mueven en torno de esa creencia cívica…Ello hace que a veces se vivan experiencias con atraso. Y creo que ese es el caso argentino y que hay etapas que la Argentina no ha vivido todavía. Por ejemplo, la Argentina no ha vivido la organización técnica del país que no es necesariamente democrática. La organización técnica de un país es la racionalización de todos los comportamientos del hombre en el medio que le toca vivir.
¿Estamos lejos de eso?. -Estamos muy lejos. Y, por ello, vamos a entrar "débiles" al tercer milenio, débiles por no haber cumplido lo que se nos había puesto como tarea a cumplir y me refiero a la Constitución Nacional tal como la pensó Alberdi.
¿Usted estuvo de acuerdo con la Reforma Constitucional de 1994?.-No, qué esperanza. Para lo único que sirvió, en ese momento, fue para encubrir aspiraciones políticas.
¿El país, carece de pensadores? -No, el país tiene pensadores, como los tuvo también en 1853, a pesar de Juan Manuel de Rosas. No aparecen esos pensadores porque no se ha dado la concurrencia de circunstancias exteriores que ayudan a la realización de un programa de vida.
En distintas partes del planeta se escuchan quejas sobre las actividades políticas. ¿Cuál es, para usted, el movimiento de ideas más importante del mundo? -Desde el ángulo de la Filosofía hay varias líneas. Una de ellas es el Neopositivismo que se caracteriza por atenerse a lo que se da en la experiencia y no trascenderlo porque, ir más allá de lo experimentado, es caer en la metafísica y el positivismo la rechaza. Aquí tenemos una línea francesa y otra alemana. Después los historicismos que, en la Argentina, se han dado muchas veces. En tanto que las líneas de pensamiento profundo en los Estados Unidos, culminan en la lógica lo cual es muy importante porque se ha contribuido al mejor conocimiento de la razón y la razón es el instrumento mediante el cual el hombre conquista el saber.
