Señor director:
Es cierto que no se puede hacer nada contra la fuerza de la naturaleza. Es decir, terremotos, vientos o temporales de lluvia y piedra. Sin embargo, Dios le dio inteligencia al ser humano como para idear defensas que atenúen las consecuencias de estos desastres naturales. Así fue como los arquitectos en ingenieros estudiaron las edificaciones y las hicieron con columnas y vigas de hormigón. También se hicieron defensas para las crecientes de agua por las tormentas. Pero ahora es tiempo de hacer aún más y mejores estudios para que esa agua de crecientes sea embalsada en pequeños diques en medio del campo para tratarla y utilizarla para regadío o para dar de beber a los animales. Se pueden hacer muchas cosas, solo que hace falta desde voluntad política para promover estos trabajos que, en definitiva, salvarán vidas, viviendas y vehículos ante este tipo de situaciones que vivimos este verano que recién termina.
Olivia Bustamante
DNI 10.583.694