Señor director:

Si bien no tengo nada contra la gente que quiere ganarse la vida dignamente, he advertido que la práctica que realizan los cuidacoches o los popularmente llamados “trapitos”, o las personas que en las esquinas limpian parabrisas a cambio de una propina, ocasiona algunos problemas que las autoridades deberían intentar solucionar. Los inconvenientes se presentan cuando el propietario del vehículo no dispone de efectivo para una propia, algo que ahora con la billeteras virtuales es muy común. Estas situaciones no siempre son comprendidas y generan agravios entre las partes que no siempre terminan bien, como ocurrió hace unos días entre un “trapito” y un profesional médico que casi se entablan en ducha por un cruce de palabras motivado por la referida práctica.

La caridad bien entendida es una cosa, el cobro compulsivo por un servicio que no está reglamentado es otra cosa.