De las corrientes filosóficas que conozco, me inclino para basar mi simplísimo análisis sobre la vida del hombre y su hábitat en Aristóteles. Veo encadenamientos racionales tan perfectos, que “enamoran”. Yo les llamo “Golosinas de la razón.” (corrientes comunistas, socialistas). Pero en la práctica fracasan. ¿Por qué? porque sus fundamentos son falsos. Meras elucubraciones buenas solo en el papel.

Aristóteles nos describe al hombre con su nota distintiva, la humanidad. Sin ella deja de serlo. Ser sociable por naturaleza. Ello lo lleva a vivir en comunidad, (más tarde llamada sociedad, con el aporte de Rousseau y los contractualistas Loche, Hobbes, Mantesquiu).

Aristóteles destaca el valor del hombre político dedicado a organizar la Polis, siendo allí donde se realiza plenamente. Sin mencionar el aporte de Santo Tomás, que amplía estos conceptos creando la Doctrina Social de la Iglesia, destacando el valor de la espiritualidad, el amor verdadero, la misericordia y el bien común).

A simple vista podemos comprender cómo se han desvirtuado estos conceptos, llevándonos a los males presentes. El hombre sin humanidad es el hombre materialista, egoísta, llevado solo por la avaricia y descontrol en todo los órdenes.

La política, tan lejos de la actividad altruista y de servicio que ennoblece al hombre concebida por Aristóteles, hoy está totalmente desvirtuada: medio para “apropiarse de lo público, a beneficio personal. No cumpliendo la finalidad: el Bien Común.

Por Beatriz del Alba