Señor director:
Fui al cementerio a despedir mi amiga. Caminé con mis 82 años por esas galerías silenciosas, lúgubres y tristes. Llegué donde antes pensaba estaban mis seres queridos. ¡Qué distinta sensación! ¡Qué suerte cambió la visión de antaño! Allí solo se depositan “caparazones” ya extinguidos. Qué sentido tienen grandes mausoleos. Cambiará el diseño de estos cementerios. El espíritu es nuestro ser. No pueden estar allí esos seres buenos en lugar tan desolado. Están junto a nosotros. ¿Cómo pensar que nuestro fin está allí?. ¡Gracias Dios por creer en otra vida! En la gloria, junto a Tí Señor!
Beatriz del Alba