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Escuche hace unos días que a la ciudad de Dubai, en los Emiratos Árabes, se la denomina la “ciudad del futuro”. Exhibe tanta riqueza y tantos lujos, como también progreso, que hace parece que las palabras pobreza y pobre no existen en ese lugar. También nos lleva a pensar que si todas las ciudades del futuro serán como ésta, entonces en el mundo no tendremos pobreza.

Dubai es una de las siete ciudades que conforman los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y está situada en la costa del Golfo Pérsico. Su gobierno se rige por un sistema de monarquía constitucional encabezado por un jeque. O sea un soberano que rige los destinos del país.

Un dato que me dejó pensando y muy grabado en mis oídos es que en Dubai no existen y están prohibidos los partidos políticos y los gremios. Esto me lleva a preguntarme irónicamente si este Emirato ha progresado o progresa por sus riquezas naturales, como el petróleo, o porque no hay políticos ni gremialistas.

Esta situación también nos está diciendo que las ciudades del futuro pueden llegar a tener otro tipo de ordenamiento y que ciertas organizaciones de la sociedad ya no tendrán sentido que existan.

Es una pena admitir que los partidos políticos y las organizaciones gremiales no están contribuyendo a que la vida sea mejor en los países democráticos, en los que si se cuenta con este tipo de organizaciones. En este ámbito las peleas, descalificaciones y dudas sobre la administración de los recursos son moneda corriente, al igual que las deslealtades o las asociaciones ilícitas. Todo ésto genera un descreimiento de la ciudadanía.

Deseo aclarar que bajo ninguna circunstancia concebiría vivir bajo otro sistema de gobierno que no sea el democrático, pero me causa mucha pena ver que haya países con otros regímenes, generalmente los orientales, que aparentemente funcionan en una forma más ordenada, evitando el mal mayor que es que la gente y, especialmente, los niños pasen hambre.