Señor director:
En distintas ocasiones, los lectores de DIARIO DE CUYO han puesto el acento en el servicio público de pasajeros, en especial las líneas de colectivos. Muchos sanjuaninos pensamos que somos una gran familia y es por eso que siempre confiamos en nuestra comunidad, gobernantes, empresarios, obreros, el vecino del barrio y en la persona desconocida a quien le pedimos una dirección. Sin embargo, hay casos en que esto no es así. Pasan los años y si bien es cierto, las unidades de ómnibus son nuevas, también es cierto que la mayoría no tiene las comodidades necesarias para viajar con dignidad. Me refiero a que no tienen cortinas como para aminorar los efectos terribles del sol en estos veranos tórridos; carecen de aire acondicionado y de calefacción para el invierno; la amortiguación deja mucho que desear en todas las unidades de corta y media distancia. En este contexto, el que más sufre es el pasajero, que con mucho esfuerzo paga su pasaje y por lo menos quiere tener un viaje lo más cómodo posible. Somos todos sanjuaninos, hermanos nacidos en esta, nuestra tierra. Por tal motivo, comencemos por ejercer los valores como el respeto y amor al prójimo. Es decir, que el empresario gane, pero que también los pasajeros ganemos en buen servicio y nos sintamos orgullosos de viajar en las empresas de micros a la que a diario nos trasladamos.
