Señor director:
El pasado 18 de noviembre mi tío Jorge Néstor Domingo Rodríguez partió de una manera inesperada a la casa de Dios, a la edad de 73 años. Esta es una carta muy particular para mí, porque se las escribo a uno de mis únicos lectores y autores intelectuales de los temas en mis tantas notas para la cartas al lector que escribo. Aparte, el destino es nada más ni nada menos que el cielo donde se encuentra mi tío. Tío al que la última vez que lo ví, estaba tan bien que me quedé con ese recuerdo suyo. Dentro de mí, tío Jorge, de profesión portero, ya jubilado hace más de tres años. Pero sólo en papeles, porque él seguía asistiendo a su querido CPC (Colegio Provincial de Concepción), tanto en turno mañana como tarde, desde el día que se jubiló, hasta el viernes 17 de noviembre antes de morir, habitaba un ser humilde, trabajador, con mucho sentido del humor y muy culto. Tío, me lo imagino allá, donde me lo trasladaron por orden del director supremo estará de charla y charla con los suyos a los que los extrañaba muchísimo (a su querida Irma A. Cáceres de Rodríguez, sus amigos, sus parientes, sobrinos, compañeros etc. Todos lo recuerdan con mucho cariño. Y, que hablar de su competencia cultural intachable llena de conocimientos que lo trasmitió con distintas anécdotas. “El tío sabe de todo, siempre lo dijimos”.
