Señor director:
¡El tiempo ahora es mío! ¡Lo manejo a mi voluntad! ¡Cuantos años de carrera! Cuántos años fui su esclava. No tuvo piedad. La pandemia fue la llave de su cárcel. No es proclive al estancamiento. Lleva a la reflexión enriquecedora. Si rondan las musas creadoras, salen las letras inquietas, bulliciosas, imparables. Si la brisa te llama a salir al jardín para gozar más cerca del perfume con que ella está embriagada. Encuentras tus plantas, ese mundo verde con historia. ¡Cada una tiene vida! ¡Te esperan! Sus hojas giran indicando si prefieren sol o tienen frío. Te regalan hijitos nuevos, o brotes tan altos, que quieren llegar al cielo. ¿Y los pájaros? Con el ruido del agua, creo que se avisan. ¡Llegan bandadas!
Hasta aquí te cuento. Pero te hago partícipe, que el coronavirus, dentro de los males que sembró en el mundo, en mi persona como en la de tantas otras, le podemos sacar ese lado positivo que tienen todas las situaciones de la vida. Me permitió confirmar que los valores se han invertido. Y hoy, tenemos pruebas que un médico, una enfermera vale más que un futbolista de élite. Que el encierro, bien encauzado, nos enriquece, no en dinero, sí en lograr calma, reflexión, vivir un mundo interior, un poco abandonado, hoy alimentado con buena música, lazos de cariño, a pesar que hay distancia. Y reencontrarte contigo misma. Son los latidos de vida que marcan un ritmo.
Beatriz Albaladejo DNI 4.413.700
