Dios, en su infinito amor creativo, al ordenar con tanta precisión el mundo, dispone para nuestra recreación las Cuatro Estaciones: el verano, vergel en la campiña, conmoción en las playas, éxtasis en sus noches. El otoño tan variable, que permite el placer de contemplar la variedad de verdes que se van apagando, cediendo el paso al luminoso amarillo desde la gama más tenue al dorado más atractivo en la variedad de las arbóreas que creó. El níveo y crudo invierno, que invita al recogimiento, a la intimidad familiar en el que surgen recuerdos de tiempos pasados, con anécdotas que enriquecen el hogar. El relato de los abuelos y tíos con un cúmulo de vivencias enriquecedoras. La Primavera, con la explosión maravillosa de la vida vegetal que hermosea el paisaje, iluminando y recreando todo nuestro ser. Cuatro Estaciones tan necesarias no sólo para el planeta sino también para nuestra vida humana y espiritual. Ya los artistas las plasmaron en la literatura, en el arte pictórico y musical. Todos ellos han contribuido con sus dones a realzar estas cuatro estaciones, para nuestro placer. Personalmente destaco la obra musical "Las Cuatro Estaciones”, de Antonio Vivaldi, donde la imaginación nos lleva por senderos luminosos que reconfortan y elevan nuestro espíritu. Primavera: sol, alegría, encanto, juventud, esperanza, todo y aún más, se conjuga en el corazón y en el espíritu de quienes, a pesar de tantos años vividos, lo siguen atesorando, custodiando y llevándolo a la vida. Feliz Primavera, hoy y siempre.

Por Dora Z. López de Bustos
DNI 1.887.928