"Yo nací en un conventillo de la calle Olavarría y me acunó la armonía de un concierto de cuchillos". Si tenemos que hablar de lugares donde se bailó el tango en los primeros tiempos, el conventillo fue un hábitat obligado de la música ciudadana, cuando nacía el siglo XX. Así lo describe la milonga "El Conventillo". La llegada en oleadas de los inmigrantes hizo que los alrededores se llenaran de lugares donde acogerlos. La ciudad tuvo que crecer forzosamente, entonces. Aparte, la fiebre amarilla desatada hacia 1871, hizo que los habitantes barriales se mudaran hacia la zona Norte de Buenos Aires, por lo cual quedaron deshabitadas sus residencias. Allí se refugiaron, en un primer momento, aquellos inmigrantes, así como los últimos gauchos venidos del interior, expulsados por el campo cuando se cuadriculó la pampa con la división en alambradas, y también por las consecuencias de la batalla de Caseros. Estas antiguas construcciones eran de tejas tan bajas, que parecía se caerían en cualquier momento sobre la vereda. La chapa metálica destacaba el lugar donde había un inquilinato. Algunas casas patricias muy conocidas se convirtieron también en conventillos, como la Casa de la Virreina Vieja, ubicada en Perú y Belgrano, que fue ocupada a principios del siglo XIX por el Virrey Del Pino, y luego por su viuda y de ahí el nombre. La Casa de Ramos Mejía fue otra, en Bolívar al 500, que fue refugio de Juan Manuel de Rosas, antes de exiliarse en Inglaterra. Y también la Casa de los López, donde Vicente López y Planes escribiera el Himno Nacional. Con el paso del tiempo, estas casonas se fueron transformando y desbordadas en su capacidad, se dividieron en madera y chapas, dando lugar a aquellos inquilinatos, como es dable ver aún en el barrio de La Boca. Unos versos de Alberto Vacarezza, ayudan a describir mejor estos lugares "Un patio de conventillo, un italiano encargao. Un ‘yoyega’ retobao, una percanta, un vivillo, un chamuyo, una pasión. Choques, celos, discusión, desafío, puñalada, espanto, disparada. Auxilio, cana telón". Los patios de esos conventillos, donde convivieron italianos, españoles y criollos venidos del interior, fueron lugares del nacimiento y consolidación del tango, que fue un operador fundamental en el proceso de integración de tan diversos orígenes étnicos. Dice el doctor Amín Raed, autor en varios tomos de la Historia del Tango, que "estos inmigrantes, sobre todo europeos, venían escapando de las malas y a las guerras de sus países. También con la idea de ‘Hacerse la América’, como decían ellos mismos. Trabajaron de cualquier cosa, con el concepto de ahorrar para sí y para traer el resto de su familia que quedó allá, ‘lontano’. Para ellos no había escolazo, ni faso, ni milonga. Luego ponían un negocio o bolichito". Historias que contribuyeron a solidificar la cultura del tango.
Por Orlando Navarro
Periodista