Señor director:

La suerte del submarino San Juan nos angustia. No está fuera de contexto del estado del país, un cuerpo purulento, donde se lo toque salta el pus. Ello es el producto de décadas de administración populista, coronada con la nefasta kirchnerista. Todo está igual, degradado y casi destruido y sus últimos autores, la mayoría con procesos judiciales en curso, se declaran perseguidos políticos. Nunca se ha visto en las tantas que pasaron en el mundo, que los perseguidos políticos tengan más prensa que los que no lo son. Oírlos irrita nuestra dignidad. Las Fuerzas Armadas no están desarmadas, están diezmadas – además denostadas por extremistas de izquierda, de distintas vertientes -, como lo están todos los sectores vitales de nuestra República: instituciones, recursos energéticos, infraestructura, etc. etc. No nos confundamos, no caigamos en el error de realizar reparaciones tipo “K”, es necesaria la reconstrucción del país. Ante la tragedia marina, el mundo, solidario, nos hace sentir vergüenza por nuestro arcaico atraso.