
"Hoy, hice un alto en mis papeles y me puse, a pensar en ti. ¿Qué estarás haciendo, a esta hora en casa? Y un perfume, de nostalgias se apodera, de mí. Pienso que tal vez, también tú has hecho un alto y disfrutas, tu pocillo de café. O tal vez te encuentres, con el sol cantando alabanzas, sobre ti, en el jardín. Me levanto a mirar por la ventana, y alzo los ojos al cielo. Descubro tu imagen y la veo, mezclada en una nube, por donde estoy. Decido calzarme el abrigo, y apago el computador. Y busco la parada "del diez". ¿Qué intenso impulso, me incita a volver? Al llegar, te invitaré a pasear por las veredas de lo que antes fue, tu barrio, tu casa y en "vaqueros", como aquel dulce encuentro, del ayer. Hoy, hice un alto en mis papeles y busqué, el refugio de tu amor. Y terminamos abrazados, junto a la chimenea, leño ardiendo al impulso otoñal, de nuestro amor".
La prosa se mece, como hoja que empuja el viento, y no son más que palabras, que se dibujan al impulso de un pensamiento, que como un relámpago, libera sentimientos. Que siempre están, aunque a veces parecen reposar para darle sus momentos a la acción, al movimiento. Luego, en el instante preciso, suspenden esa vorágine y se yerguen sobre si, buscando refugio en ese otro, u otra, que como un espejo refleja las mismas cosas, anhela las mismas cosas. Son los reflejos del amor. Que tiene su día, el 14 de febrero, pero es dueño de todos los días de los que dejan fluir por sus sienes, los afanes de Afrodita.
No serán los de Centeno, pero yo también guardo mis cuadernos, con ciertas cosas. De vos y de mí. Porque me gusta recordar aquellos días, "cuando íbamos del brazo por tus calles. Soñando con un tiempo de estar juntos, bajo un techo de ilusiones, piel de hijos y jardines. Rozando tu gabán color celeste y tu hermosa cabellera acariciar. Te veo, en la puerta de tu casa, reinando entre un mundo de rosales. Inquieta, esperando mi retorno, pues el día ya se acaba y demoro en mi llegada. No sabes que muero por encontrarte, y en mil besos darte, mi juventud. Y aunque era tiempo de invierno, me ardías con tu mirada. Fue para la fiesta de San Pedro y San Pablo y un perfume de jazmines nos embriaga. Y en el aire se oye un "te quiero" y el campanario de la iglesia parroquial".
"Hoy, que nuestros hijos ya se han ido, la casa está llena de ausencias. Solos, contemplando el amplio cielo, por las tardes y en silencio, nos invaden los recuerdos. Y un trinar de aves rompe el cielo, son los nietos que han llegado y alborotan la quietud. Entonces, es más linda tu sonrisa, te vuelve la carita de esos días, cuando éramos dos y solo había, una alforja sin un cobre y mil sueños por fortuna. Te invito al lugar de la primera, cita que abriría las puertas de nuestro amor".
Son palabras, son relámpagos, son memorias del corazón. Mañana es San Valentín, feliz día pues para todos los enamorados.
