Señor director:
Los sesenta años de la SADE, agrupación de escritores, que en el interior del país es una de la más antiguas, nos han recordado el paso de personalidades inefables, alegres y muy comprometidas. Entre ellas está Teresita Facchinelli, que fue parte de nuestro equipo de trabajo. Pionera, en cuanto a brindar una historia testimonial bajo el título "Berni, mi querido Berni", narrando en primera persona el peregrinar suyo y de su esposo hasta recibir el diagnóstico de "Síndrome de Asperger", para la patología de su hijo menor, por el que se convirtió en una gran madraza, luchadora. A la vez que seguía con la formación de sus otros tres hijos y la carrera docente.
Luego llegaría "Nubes de ensueño" que la consagraría como escritora. Teresita aportó a SADE una desenfadada alegría. Siempre me brindó su apoyo y fue un poco esa gran mamá que podía transmitir un consejo y dar una mano inmensa tendida siempre hacia las necesidades del otro.
Hace apenas unos días ha perdido a su otra mitad, don Roberto Tivani, con el que se conocían desde que concurrieran juntos a la escuela y se recibieron juntos de maestros nacionales.
Él jugaba con su cabello y la "molestaba" en clases, lo cual derivó en enamorarse con ese genuino interés de ser uno para el otro. Amor que llevaron hasta separarse por la contingencia natural – juramentada al casarse -, de la muerte.
Teresita se dedicó más a la pintura con sus bellos cuadros en acrílico. Cuando decidió dejar la SADE nos produjo un gran dolor. Pero era una decisión que había que respetar. Hoy, no dudamos en expresarle nuestro apoyo y cariño, recordando las veces en que compartimos tan gratos momentos. Don Roberto también fue todo un caballero, atento y cordial hacia nosotros.
Rogamos al Altísimo, tenga todas las fuerzas de que es capaz para sobrellevar esta desdicha y que junto a sus hermosos hijos -sus cuatro puntales- habiendo superado tantas batallas en la diaria lucha de vivir, la resignación llegue a su dulce corazón y llegue el momento de evocar el recuerdo de su amado con una amplia sonrisa que brille en sus ojitos pícaros con el fulgor que le hemos conocido.
