Señor director:

Hace unos días se recordó la última gran epidemia de fiebre amarilla que aconteció en Buenos Aires en 1871 y que ocasionó la muerte del 8% de su población. Es importante recordar que entre los motivos de esta catástrofe fue la falta de agua potable, la contaminación de las napas por deshechos humanos, el calor del verano, el hacinamiento y la ausencia de medidas sanitarias. También debemos tener en cuenta que el propagador de la enfermedad fue el mosquito Aedes aegypti, el mismo que es vector transmisor del dengue. Digo que hay que tener en cuenta todos estos detalles porque, a pesar de que las condiciones sanitarias actuales son mucho mejores, en cualquier pueblo o ciudad podemos tener situaciones similares con iguales consecuencias. Ojalá que no.

Marcelo Mercado
DNI 13.028.876