El tema de la pobreza y su vinculación con la población infantil es un asunto que hay que abordar desde una perspectiva real que a mi entender no se lo está haciendo en nuestro país.

Todos los planes sociales que existen actualmente para apoyar a los sectores más carecientes de la sociedad, y que son el resultado de millonarias erogaciones por parte del Estado nacional, están dirigidos hacia los jefes de familia, es decir que son los padres de niños muy carecientes los que reciben esa ayuda, sin que haya muchas garantías de que ese dinero tendrá el fin apropiado. La desconfianza la genera el hecho de que esos padres representan a una generación de personas muy poco proclives a administrar bien la ayuda que se les proporciona, que son irresponsables y que la emplean en gastos superfluos como beber, fumar y hacerse tatuajes, cuando la prioridad la debería tener la alimentación, la vestimenta y la educación. Son familias que desde hace tiempo están acostumbradas a no trabajar y en la que los niños no tienen ninguna prioridad, cuando en realidad muchos de ellos cobras subsidios por la cantidad de niños que hay en el grupo familiar.

Hace poco me tocó ver de cerca la realidad de cinco niños que, prácticamente, estaban a la deriva. Me pregunté que irá a ser de esos pequeños, cuál sería su destino y eso me inquietó mucho.

Por otra parte vi algo que consideré más coherente, y a lo que se debería apuntar en el futuro por el bien de los niños. En el Club Colón Junior, que está sobre la calle Sargento Cabral, estaban ingresando alrededor de 1.000 niños que iban a participar de una colonia de vacaciones. Conocedora de que en estos lugares se les proporcionan alimentos, charlas de distintos temas y sano esparcimiento, pensé que es el ámbito adecuado para que estos niños crezcan y se desarrollo con una ayuda oficial concreta. El Club está, en estos días, estrenando nuevas instalaciones construidas con un dinero muy bien invertido.

Considero que personas expertas en estos temas, que trabajan para los gobiernos nacional, provinciales y municipales deben analizar cuidadosamente este tema y promover algunos cambios al actual sistema de ayudas sociales, orientando ese aporte a quienes realmente lo necesitan, en este caso los niños. Solo así se podrá combatir la pobreza infantil que tanto preocupa.

Por la Lic. Beatríz Albaladejo