Personal de la escuela Bernardino Rivadavia -año 1949. (Foto: José Mazuelos).

La Escuela Rivadavia, que funcionaba en la hoy escuela 25 de Mayo, ubicada en la Villa América, en Concepción, Capital, allá por la década de 1950, el personal de educación primaria y su totalidad, maestras, maestros, profesores, directivos y hasta el personal de servicio, posaron ante la cámara de José Mazuelos. Fue después de una jornada de actividad de actividad escolar. No importó el frío, la amistad era lo primero. Señoras maestras, como Lidia Laspiur de Pérez, Rosa Silveria Corts de Mazuelos, Raquel Carrera de Pósleman y otras maestras de apellidos Flores, Perramon, Rosa Bahamondes, también, Elsa Carrillo, Luisa de Pósleman, entre otros. Verdaderas maestras de vocación. No sé si mejor o peor, pero de algo estoy seguro; que en mi primaria aprendí a sumar y restar o las cuatros operaciones, también aprendí a leer y entender un lectura de mi libro de cabecera: "El Hornero". Sobre todo supe de lo que es el respeto y la buena educación para con mi maestra, que cuando llegaba el 11 de septiembre, amén de estudiar al Gran Sarmiento, a mi maestra había que demostrar nuestros respeto y cariño, y como un rito religioso, un ramo de flores o un cuadrito fabricado desde el corazón. Esa fecha, con ese "Feliz día, señorita", a ella y a mí, nos alegraba la vida. No existían esos desprolijos, sucios y despersonalizados gremialistas, que en forma de latigazos llevan a los maestros a cualquier lado. Pero nunca a un lado bueno para los alumnos. No sé qué paso, pero esas épocas, donde la escuela era para estudiar y no instrumento para hacer política partidista y de la barata. Todo muy tibio y casi, en muchos casos, se ha herido a la educación de los niños, que serán, sí o sí, el futuro de nuestro país. Se está poniendo en riesgo la libertad de las nuevas generaciones, ya que el Estado no brinda verdadera educación.

Leopoldo Mazuelos. Corts   DNI 5543908