Señor director:

Le pido tenga a bien publicar mi caso. Este año voy a cumplir 80 años. Tengo una sola hija y 3 nietos. El martes, a eso de las 11 horas me llamaron por teléfono. Dijo "abuela soy tu nieto’. "Tengo la boca llena de ampollas, estoy internado con suero y cuando me levanté vomité y el celular se cayó en el inodoro, por eso tengo el celular de mamá que está afuera. – "Dame con tu papá le dije. "No, porque está haciendo los papeles que piden en estos casos, pero a las 13 horas me operan. Se me reventaron dos piedras en la vesícula. Lo que necesito es que si puedes juntar $30.000, que es lo que cobra el doctor Quiroga por la cirugía, y tenés que ir y entregárselos a la secretaria, Ana Quiroga que es su hija, te doy la dirección: calle Gorriti 1924. ¿qué remís usas vos? Le di mi número pero él me dijo, abuela para allá llega el remís que lo anduvo llevando al papá. Yo no estoy bien porque he tenido mis dos hermanos enfermos. Junté el dinero como pude, $20.000, no pude llegar a los 30 mil que pedía el doctor Quiroga. Llegó un remís, de una empresa que está siendo investigada ahora, el conductor de edad no muy avanzada con el cabello muy bien cortado, canoso, le llamaba permanente al celular del que se decía mi nieto. En el lugar indicado no conocían al doctor Quiroga. Y sí, venía por la calle una chica joven de unos 18 ó 19 años que se identificó y entregué dinero allí. El mismo remís me llevó al CIMAC, no estaba mi nieto ahí, después fui al Hospital Privado y tampoco, llegué a Clínica El Castaño, tampoco. El llanto contenido me hacía doler el pecho. Le pedí a un chico que llamara mi hija. Ella me preguntó: ¿mami dónde estás? Cuando le conté, me dijo "¡te han estafado”! Ya voy a buscarte. Necesito que ésto lo sepan las abuelas, jubiladas como yo, y no se dejen engañar. Cuando logré relajarme un poco, saqué estas conclusiones: qué triste y enferma que está la Argentina. ¡Si yo fuera joven me iría a vivir a otro país! Aquí roban, matan, destruyen familias, porque no quieren trabajar. Dicen que se mueren de hambre, pero hasta los más pobres tienen celulares caros; todos están armados. Soy católica y muy creyente, pero desearía que exista la pena de muerte para tantas atrocidades que veo. Estuve expuesta a que pudieran cometer un crimen atroz, por ser una mujer indefensa.