Señor director:

A mediados de diciembre de este año 2017, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomó una decisión respecto de la naturaleza y esencia de lo que significa internet tal como la disfrutamos hoy, que representa un retardación de por lo menos veinte años, respecto del avance tecnológico que ha logrado este servicio tan importante en la vida moderna. Tump ha derogado el concepto de neutralidad que instituyó Obama, como garantía de acceso irrestricto al servicio de internet. Decididamente ha cambiado el concepto mismo de bien comunitario por el de un bien individualista que tenderá a la elitización o selectividad, por el costo de acceso, por la discriminación en los contenidos mediante la velocidad de circulación y recepción. Y, lo más grave, es que ha decidido que las empresas de telecomunicaciones servidoras puedan condicionar contenidos de internet respecto de otros medios no servidores. Esto ha llevado a analistas internacionales a directamente hablar de una internet cuya calidad no será de acceso igualitario y masivo, sino un servicio que estará segmentado, en función de una serie de requisitos de colación de acceso, que van todos en dirección de un costo de suscripción que en definitiva redundará en una duplicidad social del mercado del servicio de la red de redes.