Una de las mayores pasiones de los argentinos es el fútbol. En este deporte se conjugan muchas emociones mezcladas y conductas de la sociedad. Todos los actores muestran a las claras lo que deberíamos ser y lo que somos. El espejo de ello fue el “martes negro” del 27 de marzo de 2018. Sí, así será recordada una de las peores caídas de la Selección argentina de la historia. El resultado humillante fue de 6 a 1 contra España. Este resultado tiene muchas aristas para tratar y comparar con la vida cotidiana del país. Esto, aunque se diga que las comparaciones suelen ser odiosas. Una de ellas es la corrupción en la entidad madre que es la Asociación del Fútbol Argentino. Y, de ahí en más, como efecto cascada, mancha a las instituciones adheridas.
Nadie puede discutir el talento individual que tienen los integrantes de este equipo. Pero en el sentido colectivo fracasa. Es decir, siempre se triunfa en lo individual, no así en trabajo de equipo. Lo mismo le pasa a la sociedad nacional desde hace muchas décadas.
En este ejemplo futbolero siempre se dijo que hay “roscas”, que hay quienes digitan qué jugadores deben integrar el equipo y tantas otras más. La AFA, cuyas elecciones para elegir presidente resultó empatada en escandalosas circunstancias o bien un torneo de primera división con 30 equipos, algo no visto en el mundo. Todos actos vinculados con la corrupción y los distintos gobiernos nacionales anteriores y actuales.
Pues bien, esta entidad madre del fútbol nacional está impregnada de intereses políticos y económicos, donde cada quien quiere una tajada. Esto no es una ilusión óptica, sino que los medios nacionales como extranjeros se han encargado de manifestarlo.
Así las cosas, lo que ocurre en AFA es lo que sucede con Argentina. Desde el extranjero siempre se dijo que este país tiene todo para ser una potencia mundial. Pero, las divisiones, hoy llamadas “grietas”, que vienen desde hace muchas décadas, además de egoísmos, corrupción política, sindical, judicial y empresarial, falta de patriotismo, además de una voraz ambición de poder, llevaron a que la Argentina hoy sea un país empobrecido, uno más del montón, sin peso en las decisiones del mundo.

En el espejo futbolero se ve una sociedad turbulenta, sin un Norte definido, castigado por intereses de todo tipo, mientras que en el medio está la ciudadanía, sufriendo las decisiones de líderes políticos, que, según los beneficios obtenidos, algunos los ponen a la altura del “bronce”. Lo mismo que en el ejemplo dado, siempre la gente termina decepcionada; mientras los protagonistas terminan impunes.
Quizás haga falta un sinceramiento colectivo. Un llamado de alguien noble como para que la sociedad argentina comience a reflexionar en cambiar el rumbo. Tratar de ser una sociedad más justa, solidaria y con un serio compromiso de todos los sectores, sin egoísmos. Sólo así se pueden lograr éxitos en todo sentido. Porque, ya lo dice la Biblia: “La raíz de todos los males es el amor al dinero”.
