La carta pastoral de monseñor Audino Rodríguez y Olmos, del 23 de marzo de 1944, dos meses después del terremoto, anunciaba en esta forma la intensión de erigir un templo votivo a la Santísima Virgen María: "Junto a las ruinas que amontonó el terremoto, luminosa y esbelta, habrá de erigirse la Iglesia Votiva, dominando la ciudad que ha de renacer pujante de sus escombros. Junto a las ruinas, para que todas las generaciones futuras puedan comprender que sus cimientos están hundidos en el dolor y el espanto de la trágica noche, en nuestro propósito de bien. Dominando la ciudad nueva, como una esperanza imperecedera, que nos abre la ruta de un porvenir glorioso. Así, sobre el dolor y sobre la esperanza, tendrá un trono digno el corazón de la que es nuestra Madre y Madre de Dios y Reina de todos los mundos; que es consuelo para el dolor y coronación de toda esperanza. Esta intención del pastor fue ratificada como voto del pueblo sanjuanino, en ocasión de la consagración de la Arquidiócesis al Sagrado Corazón de María, el 23 de mayo de 1944.

Al Sur de la capital de San Juan, más precisamente a 35 kilómetros de distancia, sobre la ruta que conduce a la provincia de Mendoza, se halla el Cerrillo "Valdivia”, cuya constitución geológica es anterior a la formación del macizo andino. Sobre ese montículo, se colocó en enero de 1947, la piedra basal del futuro "Templo Votivo”. En virtud de un proyecto de ley presentado en el Congreso Nacional por el diputado sanjuanino, don Javel Arévalo Cabezas, el Congreso declaró la ley 13046/47, en virtud de la cual, el Gobierno Nacional contribuirá con la suma de cuatrocientos mil pesos a la construcción del "Templo Votivo”.

 

 

Foto: José Mazuelos – Enero de 1947
Colocación de la piedra basal. El Cerrillo "Valdivia”.