Señor director:
Para el común de la gente los sentimientos por un club de fútbol son irrenunciables. Sin embargo, la mente fría de los dirigentes, acostumbrados a los negocios, descuidan esa parte tan delicada, pero tan vapuleada como lo es la ética y la moral. Este es el contexto en el que por fin se jugó la final de la Copa Libertadores, con la que al final resultó ganador River Plate. La danza de los millones de dólares benefició a la dirigencia de la Conmebol y los clubes participantes, en mayor medida River, por el monto que superó los 13 millones de dólares, mientras que Boca Juniors se queda con unos 5 millones y según versiones periodísticas, el Club Real Madrid, de España, embolsaría 2.500.000 euros por alquilar su estadio. En Europa consideran que la del pasado domingo fue una oportunidad para "lavar la imagen” y armar una "movida de marketing” del club español, que no la está pasando bien en lo deportivo. Fue un negocio redondo, en el que los sentimientos y el honor se dejaron de lado. Más allá de la circunstancial alegría de los hinchas del club ganador, esta edición de la Copa Libertadores 2018, quedará en la historia como la más corrupta de la historia, como lo aseguran periodistas y gente vinculada al fútbol de alto nivel.
