Los consumidores de tóxicos se irán transformando, poco a poco, en dueños de "cerebros chatarras", esclavos de sustancias degradantes de la dignidad humana, protagonistas de violencias trágicas, míseros apostadores de su propia vida (como en "ruleta rusa"). La actividad desplegada por las sustancias ("magia" de la felicidad, "aceitadora" de relaciones) descarga sus "martillazos" sobre las sutiles moléculas de la vida cerebral, alterando la compleja actividad armónica de neurotransmisores, neuro moduladores, neuro hormonas, con sus respectivos metabolismos (equilibrio natural) y en todo el funcionamiento corporal y psíquico del sujeto. Familias, escuelas y sistemas políticos sin normas, o sin el debido respeto por ellas, favorecen la producción en serie de "cerebros chatarra", industria floreciente, mano de obra voluntaria, que plantea la paradoja de pagar por ser feliz e hipotecar nuestro cerebro con los consumos tóxicos. Divertirse con alcohol y drogas. ¿¡Disfrutar!? ¡Compartir!? son las consignas que llevan al descontrol con consecuencias nefastas siempre, ignorando que para cuidar la salud cerebral e integral no se deben consumir tóxicos, ni automedicarse, ni repetir conductas violentas adictivas como vivimos en los últimos tiempos. Pasada la reacción social espasmódica de las tragedias protagonizadas por "el alcohol y las drogas", en el horror de una sociedad bio-psico-socio-cultural enferma, indiferente, apática, seguimos turbadamente molestos, angustiados e impotentes por estos acontecimientos tenebrosos. Llegamos a estas graves consecuencias por un Proceso Complejo Disfuncional en todos los niveles sociales. Ante lo que no tiene palabras, la demanda será seguir sobreadaptándonos a la clásica naturalización de estas conductas ("¿zona de confort?") o comprometernos y jugarnos "en serio" a un proceso de cambio educativo y cultural. Apostemos a salir con la construcción de un Proceso Educativo Integral (bio-psico-social-espiritual-cultural) que comience alguna vez ¡ya! y para siempre, con prospectiva y respetando las leyes naturales de la vida. Es un problema de todos, nadie debe autoexcluirse por indiferencia o porque aún no le tocó: corresponsabilidad por favor.

Guillermo Fernández D’Adam   DNI 5.267.363
Medico psiquiatra infanto – juvenil   MN 41331 
Buenos Aires