Se llama síndrome post aborto al cuadro patológico que comprende un conjunto de síntomas fisiológicos, psicológicos y espirituales desencadenados tras la realización de un aborto. Independientemente de las causas que le llevaron a abortar, en la mayoría de las mujeres aparecen síntomas tales como: culpabilidad, remordimiento, incapacidad de perdonarse a sí misma, autorreproches, tristeza, angustia, pesadillas que se repiten, insomnio, pena y aflicción por la pérdida especialmente en el aniversario del aborto, etc.
Todo esto puede llevar a la ansiedad y la depresión, y de aquí hay un paso para los trastornos de conducta como el consumo de alcohol y/o drogas, pensamientos o tendencias suicidas, pérdida de relaciones sociales, pérdida de autoestima, inestabilidad emocional, insomnio, depresión, desórdenes en la alimentación y agresividad contra aquellos que la indujeron al aborto.
Toda mujer que aborta queda profundamente afectada por ello, aunque no quiera o no pueda reconocerlo. La "marca” del aborto no se borra fácilmente y este síndrome puede manifestarse hasta varios años después de producido el hecho. El aborto es un acto tan antinatural que va contra los sentimientos e instintos más profundos de la mujer, aunque algunas intenten justificarse haciéndose sus decididas defensoras. Tener un bebé, aunque no haya sido buscado, nunca será tan duro a la larga como tomar la decisión de no tenerlo, matándolo. Por eso, el aborto no supone el final de un problema, sino, por el contrario, es el inicio de uno nuevo.
Con frecuencia, los proabortistas le dicen a la mujer que el aborto es la mejor decisión y que ayuda a las mujeres, pero no les hablan del síndrome post aborto. Es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su conciencia, puesto que es un acto criminal. El remordimiento por la falta del hijo que debería haber existido perdura toda la vida. El aborto hiere en lo más profundo del ser, va en contra radicalmente de lo que somos y suele destrozar las vidas de quienes lo llevan a cabo, por lo que muchas mujeres necesitan tratamiento psicológico posterior.
Por Ricardo Sánchez Recio – Licenciado en Bioquímica – Orientador Familiar – Profesor
