
La epidemia del Covid-19 ha puesto en evidencia el verdadero nivel de control de infecciones cruzadas que hay entre sanitarios. ¿Cuántas veces has visto a profesionales de la salud sentado en una cafetería o trasladándose en la ciudad con la vestimenta médica (ambos o chaquetillas)? A pesar de las recomendaciones vemos estudiantes o profesionales de la Salud utilizar las prendas de salud en medios de transporte, cafés o lugares públicos. La vestimenta médica resulta prendas cómodas, para el profesional de la salud, pero se olvidan de las normas en que se debería utilizar tanto dentro como fuera de las instalaciones de salud.
Este tipo de conductas favorecen la propagación de microorganismos patógenos desde el servicio de salud no sólo hacia la comunidad sino también a sus hogares y familiares.
El delantal médico empezó a usarse a fines del siglo XIX cuando el concepto de asepsia empezó a tomar fuerza. El vestuario médico tiene una vinculación directa con la protección individual y colectiva en transmisión de las enfermedades infectocontagiosas. Sumado a las muy difundidas hoy en día normas de control como el lavado de manos, distanciamientos social y obligatorio y la utilización de tapaboca, entre otras normas.
La seriedad y status que se cree que imprime el delantal médico no lo hace su uso sino cómo, dónde y cuándo se utiliza.
En otros países como en el Reino Unido su departamento de salud implementó el Código de Vestimenta, basado dos puntos principales, 1° el rol de los uniformes en la transmisión de infecciones como así también su adecuada desinfección y 2° el significado simbólico que representan los uniformes para el público.
En el ámbito de la Argentina existe la ley 2.023 y la 2850 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que regula lo referido a la vestimenta Hospitalaria y prohíbe su uso en el transporte público.
Espero que esta lamentable situación mundial actual, nos promueva una adecuada conducta en la bioseguridad.
Augusto J. L. Cabaña
Odontólogo MP: 476
