Estas fiestas fueron instituidas por el calendario de la Iglesia Católica, el cual concede o da la venia para un tiempo de libertad exteriorizada a través de alegres y alborozados comportamientos generalmente ritualizados, culminando rigurosamente con la penitencia de Cuaresma. El carnaval tiene sus raíces en la tradición grecolatina, posteriormente fue tomado por la religión católica, asentándose "en los rituales de muerte y resurrección como ciclo de la vida que se extingue y retorna siempre renovada". En la España medieval y renacentista el carnaval era una tradición que manifestaba elementos culturales amalgamados con rituales profanos y del catolicismo popular, respondiendo a las fiestas de invierno, manifestándose en diferentes conductas, tales como libertades y burlas, acompañados de riñas de gallos y quema de muñecos. En general en Europa se celebraban las llamadas "fiesta de locos" caracterizada por la diversión acompañada por canciones paganas.
Como antecedentes carnavalescos en América precolombina, los historiadores relatan que ciertas etnias "bailaban danzas rituales, al compás de pingullos y tamboriles festejando el equinoccio invernal del sol. Los españoles y luego los criollos impusieron letra castellana a los ritmos indígenas, para ser aprovechados en sus diversiones". La celebración de los carnavales, conserva, según ciertos especialistas, elementos culturales europeos, como los disfraces, comparsas, el juego del agua y los carros alegóricos, otros estudiosos enuncian los rasgos prehispánicos: "las grandes danzas son llamadas en Bolivia la diablada (danza de los demonios) verdadero misterio en el sentido helenístico o medieval". Si observamos nuestra historia, estas fiestas se celebraron desde la época colonial, en Buenos Aires, por ejemplo "los virreyes reglamentaron estos festejos, los que contaban entre sus más entusiastas cultores a los esclavos y libertos". En el interior se destaca Corrientes, junto con el noroeste. El festejado en Salta, caracterizado por los grandes bailes populares, acompañados por la chicha, el almidón y albahaca, allí dicen los lugareños, "las salamancas se desbordan de brujas que andan tentando al cristiano". Nuestra provincia, como recordaran los mayores, tuvo carnavales que aún perduran en la memoria colectiva, pero por diferentes causas fueron gradualmente diluyéndose, aunque en algunos departamentos, como Chimbas, el festejo de carnaval está vigente plenamente, destacándose corsos y comparsas, generados por los propios chimberos.

Por Edmundo Jorge Delgado
Profesor – Magister en Historia
