Señor director:

En los últimos años hemos visto como aumentaron los casos de violencia de género y siempre los hemos atribuidos a hechos de violencia extrema vinculados al machismo o al desprecio que un hombre, en la mayoría de los casos, puede tener por su pareja. Pero hay algo que no podemos dejar pasar por alto, en un considerable porcentaje de los casos la violencia de género ha estado motivada por los celos.

En este sentido, se dice que los celos son un estado emotivo ambivalente, cambio de amor a odio, que puede llevar a una persona a actuar de forma violenta, ya sea directa o indirecta, contra la persona supuestamente amada que demuestre algún tipo de afecto por otra persona o actividad.

En la realidad, la persona celosa no sólo arremete su sentimiento de odio contra el amado, sino que lo hace extensivo a las personas, actividades u objetos relacionados también con el otro.
Los celos están motivados fundamentalmente por la inseguridad, la baja autoestima, las relaciones de co – dependencia, el temor a que la pareja termine la relación, la apariencia real, ficticia o imaginaria de un posible rival.

Pueden ser provocados por otras personas como los padres, los hermanos, familiares, amigos; o por actividades como las diversiones o el trabajo.

Cabe aclarar que es normal sentir celos, el problema no reside en el hecho de sentirlos, sino en su intensidad, frecuencia, manera de manifestarlos y en cómo éstos influyen en nuestra conducta.

A consecuencia de los celos vemos a hombres o mujeres conflictivas, egoístas, desconfiados, descalificadores, mentirosos, ambivalentes, intolerantes, groseros y obsesivos.

Ellos experimentan sentimientos de mal humor, temor, autocompasión, inestabilidad, miedo, entre otros, ya que se perciben en desventaja en su aspecto físico, emocional, económico o intelectual, en comparación con los rivales potenciales.

Científicamente se ha comprobado que a nivel interno, una persona celosa presenta actividad en el hipotálamo, centro que está relacionado con las emociones como el temor y el enojo.
Afortunadamente, expertos en el tema sostienen que como los celos van acompañados de sentimientos de inseguridad y de una escasa autoestima, más que curables, son controlables y socializables.

Aunque siempre es recomendable la ayuda terapéutica profesional. Las personas no se curan de ira o de tristeza, simplemente aprenden a cómo manejar estos estados emocionales.